Este lunes en el Estadio Centenario, al cerrar la 2ª fecha, el Cervecero perdió 1 a 0 con Gimnasia (de Mendoza). Le faltaron ideas, cambio de ritmo y, sobre todo, saber leer el partido.
Quilmes hizo un mal partido y lo pagó caro. Por un lado, la falta de explosión, de ideas y creatividad conspiraron para no marcar. Por otro, pecó al momento del retroceso.
En la previa, Fernando Luna se bajó del partido por una molestia muscular y ocupó su lugar Brandon Obregón. Así, con el 8 y Acevedo con vocación ofensiva, quedó, desde el vamos, David Drocco en soledad para marcar. No era tan difícil adivinar que Quilmes iba a perder el medio y se le complicaría cada vez que Gimnasia saliera rápido desde atrás.
A pesar de la acumulación de nombres ofensivos, los del fondo del Caracol contuvieron bien los intentos de Pavone, Bonetto y Barbieri. Es que al tándem de ataque le falta un volante ofensivo de creación. Un buen enganche que no haga tan largo al equipo. No es casualidad que los mejores centros y las jugadas de gol más peligrosas de Quilmes sean generadas por el marcador de punta derecho, Martín Ortega.
La falta de puntería se pagó muy cara. Quilmes tuvo dos chances en la primera etapa: Barbieri y Bonetto la enviaron por encima del travesaño. La más clara la tuvo este último al conectar un centro rasante de Ortega (foto de tapa).
Hay un mérito en los centrales de Quilmes en este cotejo. Por un lado, controlaron a Lentini muy bien y, por otro, la revolearon siempre que tuvieron que hacerlo. Sin embargo, la sensación en la primera etapa fue que el cotejo se jugó al ritmo que propuso el elenco pituco.
En el complemento, ambos salieron sin cambios y, con el correr de los minutos, el que se puso el traje de protagonista fue Quilmes. Sin ser la gran cosa, insinuó mucho más ante un Gimnasia que apostó a un arma que, a la postre, fue letal. Pero, en esta tesitura, al Cervecero le costó horrores mostrarse como un equipo con ideas y cambio de ritmo para derrotar, por un lado, a un medio campo que -comandado por Iván Ramírez– siempre le ensució la jugada al ataque cervecero y, por otro, la última línea en donde sólo Ortega y, en pocas subidas, Barbieri rompieron la monotonía.
Los pitucos en no pocas ocasiones capturaron el balón y salieron rápido de contragolpe. Quilmes sufrió esas situaciones y, para colmo, decidió no cortar con foul las subidas de los vestidos de gris y fucsia. En la menos peligrosa, Llama metió ese golazo.
Tras ello, Quilmes fue un barullo. Un tiro casi en el piso de Barbieri y un remate en el palo de un Ortega. Gimnasia, por su parte, apostó al contragolpe y casi aumenta en tres ocasiones: una de ellas, un remate de Junco dio en el palo.
El golpe llegó en la segunda fecha con errores graves.
El armado del mediocampo, la falta de un conductor claro que asista a los delanteros (terminaron en cancha Pavone, Blanco, Anselmo, Barbieri y, si se quiere, Acevedo) y un retroceso muy desordenado le permitieron a un rival
que apostó por el contragolpe llevarse los tres puntos del Centenario.
Hay tiempo para la mejoría: humildad y trabajo para salir adelante.