Por Trabajadores Autoconvocados del Hospital de Quilmes
El martes 15 de marzo, una pediatra del Hospital de Quilmes fue agredida con brutalidad por una persona que aguardaba a ser atendida en la Guardia: recibió, por lo menos, cuatro golpes de puño y patadas.
La nueva Dirección no solo se desentendió, sino que justificó la agresión argumentando que «se debe mejorar la atención». El servicio, en esos momentos, estaba trabajando en una emergencia, en el Shock Room pediátrico, con el personal mínimo; sumado a que las instalaciones donde se atiende no son de pediatría sino de consultorios externos, los baños no funcionan, por lo que los pacientes deben recurrir al baño público que está fuera de pediatría y no poseen siquiera agua caliente para higienizar a los niños.
Hay quien parece reivindicar la era de las cavernas o el lejano oeste, donde todo se dirimía con garrotes o balas. Las enfermeras, ante el shock, la extrema violencia y la no intervención policial (que se limitó a mirar y, en línea con la nueva política de los funcionarios, justificó los hechos) presentaron una nota en la dirección; sin embargo, sabemos qué hacen con las notas, no sólo de hechos de violencia externa, sino también interna (que son muchos).
El director ejecutivo, en lugar de iniciar el protocolo de violencia y resguardar a la médica agredida y al resto del personal (agredido en forma verbal) decidió sobreexigir a los trabajadores y trabajadoras para «limpiar la Guardia». No solo actúan sin respetar la normativa, sino que dan vergüenza.
Sin dudas, el colapso del sistema sanitario no responde sólo a la realidad del Hospital Iriarte y al ámbito público, sino también al privado: malas condiciones laborales, sueldos miserables, poliempleo, sobrecarga laboral (naturalizada por todas las gestiones) y presiones continuas.
Para buscar y encontrar soluciones se necesitan análisis más acertados (empezando por directivos pisando los lugares de trabajo y abandonando el sushi en horario laboral) y no la búsqueda de culpables entre el personal agotado y maltratado.
Citaremos dos videos que se han viralizado estos días: uno de una madre denunciando a la clínica del niño por demoras de entre 4 y 6 horas, y otro de un médico pediatra del Hospital Municipal Oller de Solano que, agotado y desbordado, trata de explicar a los papás y mamás que está haciendo todo lo que está a su alcance. Es evidente que los nuevos directivos, en lugar de dotar de las condiciones materiales y humanas para que el hospital pueda resolver la alta demanda, han decidido fundar el imperio del miedo, la violencia laboral, el acoso y la misoginia.

