CRISTINA, DE VUELTA

Desde el Microestadio NK

Cristina Kirchner elevó el nivel del debate político en la misma semana en que el titular del Poder Ejecutivo Nacional pronunció su discurso en la Fundación Libertad. A las expresiones histriónicas que todos le conocen a él, ella contrapuso el nivel académico que aquellos son reacios a reconocerle. Cuando se es egresada de la Universidad pública, se nota.

A diferencia de los monólogos habituales en otros, ella sostiene un diálogo constante desde el palco con las tribunas, diálogo que se origina desde horas antes de salir a escena y que se pierden quienes lo siguen por TV. Este medio pudo constatarlo en la caminata hacia el micro estadio junto a la gente que hacía una larga fila para ascender «al 22», desde la estación de Quilmes. Las últimas en recorrer el tramo a pie fueron Angie y Aída, demorada por una notoria renguera. Le relataron al cronista que venían desde Longchamps, medio a trasmano. «Hace tanto que no la vemos en vivo», resoplaron.

Dentro del microestadio que dos horas antes ya estaba lleno, los jóvenes bailaban y cantaban canciones de rock o cumbia a la que le cambiaban la letra: «Vas a volver, a vos te banca la JP».

A la hora prefijada, Mayra Mendoza dio la bienvenida para explicar que la fecha fue elegida por el aniversario de la elección de 2003 «en que Néstor empezó a cambiar la historia». Relató que en el ingreso al Microestadio Presidente Néstor Kirchner estaría la estatua traída desde Ecuador, retirada del CCK porteño luego del triunfo antiperonista. «La militancia va a cuidarla acá», cerró.

La tribuna coreaba: «Néstor no se murió, vive en el pueblo la pmqlp».

Desde las gradas a cada lado desplegaron sendos pabellones con la cara de Ella que cubrieron todas las cabezas durante un momento.

Ella agradeció: «No hay mejor modo de recordar a mí compañero que con obras». La referencia ligaba con la enumeración de Mayra respecto de las obras públicas paralizadas por la motosierra liberal. Sin ir más lejos, la estación ferroviaria que hubiese permitido a los asistentes llegar a pie. También agradeció a Jorge Ferraresi por haberla invitado un rato antes a la inauguración de una réplica del CCK en la lindera Avellaneda.

En primera fila la oían Máximo Kirchner flanqueado por los intendentes Federico Achaval, Federico Otermin y Mariano Cascallares, a unos metros del gobernador Axel Kicillof, la vice Verónica Magario, Cuervo Larroque, Wado de Pedro y Mariano Recalde.

A lo largo de una hora de discurso, recordó que cuando hablaba de que cada uno tuviera su bastón de mariscal, no era para dárselo por la cabeza a un compañero. En otro comentario destinado al interior del movimiento, deslizó una sutil critica hacía el pasado inmediato: «Me hago cargo, doy la cara».

Los otros

En las pausas, la popular arremete con «Cristina presidenta». Cuando oye el recorrido histórico que llega a 2015, los silbidos unifican las menciones de Macri a Milei, a propósito de la enumeración de obras paralizadas por la poda de recursos. Ella pidió que no hubiera silbidos ni insultos. En su lugar, ofreció argumentos. Apoyada en filminas, brindó lo que Máximo definía como «clase magistral», entre rezongos, según admitió.

Así desmintió que los peores exámenes de nivel educativo se hayan dado en su gobierno, cuando en realidad entre 2006 y 2013 las pruebas habían aumentado el nivel en todas las variables. Mientras que el peor nivel fue en dos años de Macri. De paso, aprovechó para destacar la gestión de Luana Volnovich.

El mismo procedimiento aplicó con la descripción de la situación energética y con las exenciones impositivas que superan el monto del desfinanciamiento a las universidades.

Con esos recursos tan simples y una convocatoria a prestar atención para reproducir los argumentos, fundamentó el canto de los pibes: «Olé olé olé olá, cuánto les falta para entender, que no fue magia, nos conduce una mujer».

Después de subrayar que el discurso de Javier Milei apuntó a crecer sobre la base de una economía extractivista, le criticó que eso no es anarcocapitalismo sino anarco colonialismo; que no hay superávit fiscal si se deja de pagar lo elemental y que hay que poner un límite a las prepagas, por ejemplo, para rediseñar un modelo de sociedad inclusiva.

Tras llamar a sumar esfuerzos para que no se repitan historias perjudiciales para el pueblo, se despidió con referencias al frío que se venía con la caída del sol.

Pero después de levantarse, saludar, bailar y tomarse fotos con un poncho que le acercaron, mientras los asistentes empezaban a desconcentrarse, regresó a tomar el micrófono, esta vez de pie, para dar un bis. Ya con otro tono, sin cánticos de fondo, recordó «cuando quisieron matarme» y llamó a «reclamarle a nuestros dirigentes coraje para cambiar las cosas». Repitió varias veces lo del coraje antes de sus últimas palabras: «Los quiero mucho».

Abajo, entre los senderos de personas que fluían como arroyos, algunas se iban con posters de ella y de Néstor, celulares con adhesivos k, pañuelos de las Madres con corazones, o abrazadas al libro Sinceramente.
Entre ellas, quien regresaba con su renguera hasta Almirante Brown, pidió al cronista: «Saludos a Cristina, si la ve». Claro, serán dados.


Una respuesta a “CRISTINA, DE VUELTA”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *