JUAN FERRARI, FOTOS Y AÑOS DE APRENDIZAJE

Juan Manuel Ferrari Urrutia nació en Mar del Plata un 31 de julio, vino a Quilmes siendo muy chico y aquí se aferró para hacer base a su vocación de fotógrafo, desde la que muestra el comportamiento humano, las emociones y miserias de un mundo en el que no deja de ser ese niño viajero, inquieto, tímido y generoso.

Juan Manuel Ferrari Urrutia

Aquí creó Fine Art su escuela de formación de fotógrafos, que dirige con Sebastián Vricella, también fotógrafo y reportero, vicepresidente de ARGRA.

Este 5 de agosto, inaugurará una muestra en Mar del Plata, a la que nomina Salam Aleikum, la paz sea contigo, 2003/2006, de sus impresionantes capturas en tierras agitadas por la guerra, como reportero gráfico, pero ante todo, gran observador. Juan fue escudo humano como símbolo de protección de tantos inocentes que las guerras le arrebataron a la vida. Su gran humildad hace que este hecho trascendental, haya pasado casi desapercibido fuera de su núcleo íntimo.

Consultado por este CIQ, responde:

«Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en New York, el mundo occidental quedó en shock y la región de Oriente Medio fue sometida a invasiones y conflictos armados por las nuevas políticas de EE.UU y sus aliados.

La llamada «Guerra contra el terrorismo» impulsaba una industria armamentista dantesca con millones de personas desplazadas, muertes y destrucción.
Afganistan e Irak fueron los primeros países en ser invadidos. Interesado por el tema y como «fotoperiodista” llegué a Bagdad en febrero de 2003, un mes antes de los primeros bombardeos.

En ese ir y venir con el pueblo, pude sumergirme en la cultura musulmana. Comprendí que las historias estaban ahí, lejos de las noticias de estigmatización que repetían los medios occidentales, y cerca de la gente.

El 20 de marzo de 2003 a las 22 de Bagdad, comenzaron a sonar las sirenas y las bombas no tardaron en caer. Comenzaba una nueva guerra.

Quise observarlo todo. Agudicé la mirada sobre la condición humana de aquellas personas con las que conviví. Sus miedos, soledades, incertidumbres. Su dignidad.
Sentía que la fotografía me permitía interpretar ese tiempo y espacio ante el dolor de los demás, esa insólita pulsión de vida capaz de buscar más allá de las penurias vividas. Me encontré con una resistencia amorosa, profunda y humana.
Desde ese comienzo fueron varios años de viajes por Irak, Siria, Jordania, Territorios Palestinos, Israel y Líbano.

En definitiva, años de aprendizaje y crecimiento a través de los pueblos musulmanes y sus familias.


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