Por Mariano Bukcovac
Como cada verano, los vecinos de la zona sur del Gran Buenos Aires se preparan para convivir con el calor extremo y la incertidumbre energética. Desde hace años, los cortes de luz son una constante en Quilmes, Berazategui, Avellaneda, Lomas y Lanús, entre otros. Sin embargo, la explicación que ofrece Edesur —una de las principales distribuidoras de energía eléctrica— deja a los usuarios más enojados que conformes: aseguran que los cortes son necesarios para llevar adelante innovaciones tecnológicas y mejoras en el servicio.
A simple vista, el patrón es evidente: mientras los barrios más acomodados de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) gozan de un suministro eléctrico casi ininterrumpido, el sur del conurbano parece ser la «zona de sacrificio». Según especialistas del sector energético, las decisiones operativas de Edesur priorizan mantener el suministro estable en áreas de alto consumo y mayor visibilidad mediática, como el centro porteño.
«El sistema eléctrico está diseñado para que las áreas más críticas, como CABA, no se queden sin energía, pero eso implica cortar el suministro en otras zonas», señala un ingeniero que prefiere el anonimato.
¿Innovación o abandono?
Los vecinos afectados denuncian que las explicaciones de Edesur son, cuanto menos, insultantes. La promesa de mejoras tecnológicas y modernización del sistema se repite año tras año, pero los resultados no aparecen. «Hablan de obras, pero seguimos con transformadores viejos que explotan cuando hace calor. No hay innovación, hay abandono», afirma Marta Gutiérrez, vecina de Quilmes.
Además, informes de organismos reguladores como el ENRE (Ente Nacional Regulador de la Electricidad) han señalado que gran parte del sistema de distribución de Edesur está obsoleto, con una inversión en mantenimiento muy por debajo de lo necesario.
Las consecuencias: salud y economía en jaque
Los cortes prolongados no solo afectan la calidad de vida de las personas, sino que también tienen consecuencias graves. En pleno verano, muchos adultos mayores y niños sufren golpes de calor al no contar con ventilación adecuada. Por otro lado, comerciantes y pequeños empresarios ven cómo pierden mercadería refrigerada, sin recibir ninguna compensación real por parte de la empresa.
«Somos invisibles para ellos. Lo único que les importa es facturar. Mientras en Palermo hay aire acondicionado todo el día, acá nos quedamos a oscuras y con velas», resume indignado Juan Carlos, de una carnicería en Lomas de Zamora.
¿Hasta cuándo?
La paciencia de los usuarios de Edesur está al límite. Aunque las denuncias ante el ENRE se multiplican cada verano, las respuestas concretas son escasas. Mientras tanto, el sur del Gran Buenos Aires sigue pagando las consecuencias de un sistema energético diseñado para privilegiar a unos pocos en desmedro de la mayoría.
La pregunta de muchos es: ¿Hasta cuándo seguirá esto? Las respuestas, como la luz en la zona sur, parecen ausentes.
