Quilmes sacó adelante un partido que, al momento en el que Pavone erró el penal, parecía que se le podía llegar a complicar; no porque Temperley hubiera hecho un juego brillante en el Centenario hasta ese instante sino porque el yerro de la pena máxima supone siempre una caída en lo anímico.
Sin embargo, en menos de diez minutos, se puso en ventaja 2 a 0 y sacó a relucir su mejor juego.
Luego, se dedicó a mantener la ventaja, que no estuvo en duda en ningún momento del complemento.
Antes del penal cerveceros y gasoleros se habían repartido el juego y el balón. Ninguno logró llegar en profundidad y construyeron hasta ese momento un empate anodino. Conspiró contra el espectáculo, en
ese tramo del encuentro, el pésimo arbitraje de Giménez, que erró en jugadas muy evidentes. Cobró al revés u omitió infracciones obvias.
Claro que para que Temperley no inquietara tuvieron mucho que ver el orden impreso en la defensa por Moreira y Barrios. Sacaron a la última línea bien lejos de Glelell y permitieron abortar rápido los ataques celestes, comandados en especial por Bandunciel.
Quilmes, por su parte, tuvo en Tomás Blanco a la principal carta de ataque por izquierda. Movedizo en inquieto, llegó hasta el borde del área pero ahí se apagó. Le pasó lo mismo a Acevedo, quien intentó por derecha. Entonces, a Pavone le costó que le llegase el balón; pero en una escapada del Toro, lo derribó Machuca, y Giménez marcó penal. Pavone pateó pero la pelota se fue al lado del palo izquierdo de Papaleo.
Al momento de patear, el 9 cervecero se resbaló y se lesionó (aún no se conoce el grado). Cambio: adentro Anselmo y, afuera, un muy aplaudido barbado.
Era el momento ideal para la resurrección de Temperley, pero Quilmes no se dejó atontar. Anselmo entró muy bien, combinó con Blanco, Acevedo y Bottari. Los azules se movían mucho mejor, más y en ataque certero para
los celestes, pero faltaban los tiros al arco.
El gol de Moreira sirvió, además de lo estético, para clarificar el panorama. Quilmes se enchufó aun más y anestesió a Temperley. De hecho, no fueron pocos los periodistas en la platea que dijeron “Ojo que el rival sintió el golpe”.
Cuando iba a terminar el primer tiempo, Blanco remató por encima del golero y la dejó colgada en el techito del arco. Y al toque, Papaleo sacó mal, la capturó Anselmo y descargó para Acevedo, quien remató al travesaño. Pero la pelota no pudo ser despejada por un defensor visitante, quien lidió con Tomás Blanco. Acevedo entró corriendo y definió.
El 2 a 0 fue un golpe de knock out para Temperley. De hecho, Quilmes pudo ampliar a tres la diferencia con un remate de Ortega. “La segunda parte, la verdad, está de más”, se escuchó en la platea. Y vaya que Quilmes la trabajó bien. Primero, Sava no modificó la estructura del 5-3-2 mentiroso con el
que el Cervecero saltó al campo. Segundo, siempre esperó al Gasolero en su propio campo y salió de contra, sin arriesgar de más ni tampoco hizo tiempo desmedido.
Si bien no fue exigido en demasía, Glelell de nuevo mantuvo su valla en cero y, salvo en un corner donde controló en dos tiempos, tuvo una tarea perfecta.
Resta saber si los tres triunfos son ante equipos de muy bajo nivel y todavía se espera saber para qué está este Quilmes. Pero, claro, no es culpa del plantel que dirige Facundo Sava. Le tocó un arranque con este
fixture y, luego de la caída ante Gimnasia, se repuso con dos triunfos consecutivos con valla en cero. En ambos, además, fue a todas luces muy claro ganador. Sin discusiones.
Si Quilmes se mantiene en esta sintonía, puede aspirar a que lo miren ahí donde está hoy en la tabla, entre los principales puestos. Lo marca la historia y también es apoyado por las ansias de todo un pueblo que espera reinvindique su condición de grande en la categoría.
Le ganó a Temperley sin dudas. Se sobrepuso a un comienzo flaco y a un penal marrado. En menos de diez minutos demolió a un contrincante del que se esperó más pero nunca inquietó en demasía. Claro que todo esto es mérito del Cervecero. Ganó y gustó por segundo partido consecutivo y quizá empiece a ilusiones a la gente, que viene muy golpeada en los últimos años.
- Lea a nuestro columnista en su revista Indios Quilmes (baje la edición 414).