FUTBOL: JUSTO Y NECESARIO

Desde RÍO CUARTO (enviado especial)

Quilmes jugó un partido en el que demostró todo lo que no pudo ante Deportivo Riestra y Gimnasia. Tuvo orden en la salida y el retroceso, precisión en los pases (cortos, por cierto) y explosión desde tres cuartos de cancha. Machacó tanto con la presión asfixiante ante la salida de Estudiantes que, de no ser por la mala puntería o la poca fe de sus delanteros, debería haber marcado más goles.

Como si fuera poco, se retiró con la valla invicta.

Golpeado en el ánimo venía el plantel de Facundo Sava. Por un lado, la actuación frente a Gimnasia en el Centenario opacó el triunfo de la 1ª fecha en Buenos Aires. Por otro, la seguidilla de lesiones y casos de covid mellaron la conformación del primer equipo en el estadio “Antonio
Candini”.

Sin embargo, el elenco no se amilanó. Se lo vio muy bien parado, lejos de los cinco defensores que amagaron ser en el inicio y con la vista puesta en la valla de enfrente pero, a diferencia del cotejo anterior, con buena triangulación e ideas de cómo llegar con peligro en el área rival.
En esto último se destacó Jonás Acevedo. El 10 comandó en no pocas ocasiones las jugadas más peligrosas de Quilmes, se asoció muy bien con sus compañeros y descargó casi siempre bien; en especial, con Martín Ortega.

Es cierto que, tras el primer gol, el equipo de Sava se relajó. Sin embargo, era obvio por una cuestión muy palpable en esta ciudad: el calor.
El ingreso de los juveniles con pocos partidos en Primera mejoró en varios aspectos el andamiaje del equipo.

Por un lado, refrescaron el medio campo, donde Drocco esta vez tuvo siempre un compañero en soledad para darle la
pelota. Tanto Bottari como Bindella lo acompañaron bien y, en conjunto con Blanco, triangularon en el ataque (éste último sólo en el primer tiempo). Lo de Ortega empieza a ser conocido: ida y vuelta no sólo con sacrificio sino con criterio y, a veces, la pausa necesaria.

A todo esto se suma la labor de Esteban Glelell. El golero respondió bien en todo momento salvo en un centro cruzado que muy bien despejó Óscar Sainz en el segundo tiempo. Mantuvo la valla invicta y ganó en confianza.
En la salida del vestuario, el arquero, que es oriundo de aquí, no podía ocultar su felicidad al abrazarse con sus familiares.

Lo de Quilmes fue bueno en defensa también. Por tercer partido consecutivo la dupla Barrios – Moreira ordenó el fondo y, por momentos, casi se estiró hasta la mitad de cancha para evitar la rapidez de los delanteros rivales.

Es cierto que Estudiantes no es el equipo de la temporada pasada (bastaba ver la cara de Ortigoza cuando, tras dejar a dos o tres cerveceros en el camino, descargaba en un compañero que siempre hacía las cosas mal). Sin embargo, cuando entró Kevin Gissi las cosas un poco se complicaron. Sin embargo, entre los mencionados más el aporte de Sainz y García Basso pudieron sacar el partido adelante en ese sector.

Sin pecar de optimista, fue el mejor partido de los tres.

Claro y contundente, al Cervecero se le notó un defecto por encima de los demás: las fallas en la definición. Lo reconoció el propio Facundo Sava en zona de vestuarios quien, un poco entre risas, estaba conforme con que ésa
fuera la falencia. Quilmes tuvo seis situaciones muy claras en el área de Olivera y, en ocasiones, no se animaron a definir Bottari o Bonetto. En otras, fallaron ante la salida del golero del León del Imperio.

Otra de las virtudes en esta ocasión fueron los cambios.

Rápido estuvo Sava para sacar a Blanco (estaba amonestado y zafó de la expulsión en la anteúltima jugada del primer tiempo). Además, con Bonetto adentro del campo vino el segundo gol y varias chances clarísimas de gol.

La conformidad por el resultado era obvia. Sin embargo, la satisfacción por la forma en cómo se logró el triunfo estaba marcada en cada rostro de los integrantes del plantel. Desde los experimentados Sainz y Pavone hasta
los pibes como Bottari y Agustín Bindella.

Si Quilmes ratifica este tipo de rendimiento la semana próxima ante Temperley podrá olvidar pronto el nubarrón llamado Gimnasia (Mendoza). Lo merece porque se repuso de una semana dura: la derrota y las lesiones
no le hicieron mella sino que, por el contrario, lograron sacar a relucir el espíritu de un equipo que se mostró de la mejor forma en el sudoeste cordobés.

Aquí puede leer el ejemplar de Indios Quilmes.


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