Una fotografía de góndola vacía es el objetivo para el que trabajan varios columnistas opositores de Clarín, Infobae y La Nación, con el diagnóstico ya escrito de que el desabastecimiento es la consecuencia lógica y esperable de las decisiones del secretario Roberto Feletti, aunque por culpa de “Ella”. A la vez se agita el fantasma de la soberanía nacional en peligro, por el nuevo enemigo “mapuche montonero/chileno”.
El estilete político de la palabra desabastecimiento había comenzado a insinuarse semanas atrás pero trepó a portadas, proyecciones y “análisis” de varios comentaristas del elenco estable, como siempre coordinados. Y, también como siempre, los opositores políticos tomaron y comenzaron a repetir la fórmula, con el presidenciable Horacio Rodríguez Larreta a la cabeza.
Ya el martes por la mañana Infobae tituló en lugar preponderante “El plan Feletti va a generar desabastecimiento y desocupación”. La mayoría de los empresarios son presentados como gente buena, víctimas indefensas del Gobierno, con la excepción de unos pocos mencionados por Carlos Pagni y Joaquín Morales Solá en La Nación, por el delito de haberse reunido la semana anterior con el Presidente. Los estigmatizan por ser, afirman, beneficiarios de ayudas estatales, en una lista en la que se vieron obligados a olvidarse del clan Macri. Donde manda capitán…
Morales Solá tomó el miércoles la bandera de la inminente “escasez de productos esenciales”. Casi que saborea la foto de la góndola vacía y lo que será la inevitable mención de Venezuela, en una estrategia todavía más alevosa el jueves, con los encabezados de los tres medios en un único sentido: ya llega el desabastecimiento. Esa mañana Larreta se sumó al relato organizado por los medios, como es ya habitual en las figuras de su espacio.
Eduardo van der Kooy en Clarín, Martín Rodríguez Yebra en La Nación y Ernesto Tenembaum en Infobae hicieron sus aportes el domingo. Los tres, además, repitieron palabras publicadas el viernes por Marcelo Bonelli: Feletti en realidad no quería negociar, se negó a dialogar, y a los empresarios, pobrecillos, ni siquiera les atendió el teléfono.
Aunque la inflación es el tema que golpea día por día la situación de la mayoría de la población, transcurre en simultáneo la negociación con el FMI: lo que los acreedores rechazan es que el organismo acepte no aplicar sobretasas a países endeudados, como reclama Argentina. Al servicio de esos intereses externos, estos medios ocultaron el pedido de hace diez días de los ministros de Economía del G-20, para que el FMI no imponga la sobretasa, negándose a dar una noticia en apariencia favorable al Gobierno.
Alberto Fernández viajará a Roma, a la reunión del grupo, con la misma prioridad. Y si se da el caso de que el documento que salga de esa cumbre menciona el reclamo al FMI, esto no influirá en la “desconfianza” hacia la Argentina, escribe con gran apuro Roman Lejtman en Infobae. Su hipótesis es que Alemania, Estados Unidos y Japón tienen una posición dura contra el Gobierno argentino.
Con menos elaboración, más burdo, Pagni sostiene que el pago o no de una sobretasa, que serán unos miles de millones de dólares en la cuenta total, es una “cortina de humo” del oficialismo.
A los reiterados preanuncios de caos económico se suman títulos y notas que instalan la idea de “amenaza a la soberanía nacional” por el conflicto por la tierra en el sur andino, que está lejos de ser el único en el país. Van der Kooy y los Wiñazki en Clarín, Claudio Jacquelin, Ini y Morales Solá en La Nación, oscilan con poco matices en el mismo enunciado: los mapuche en Río Negro son chilenos que actúan con “apoyo K”.
Morales Solá desempolva sus hábitos de vocero de la represión dictatorial en Tucumán para decir que los “terroristas” están vinculados a ex dirigentes montoneros. Igual que Nicolás Wiñazki, que tipeó que el “avance” de la RAM es impulsado por Fernando Vaca Narvaja como “reivindicación de su pasado guerrillero”. Igual que la redactora Ini de La Nación, quien reproduce un “testimonio” de una imaginaria pobladora rionegrina: “Son gente de Chile con aval de los K”.
Los acontecimientos de apenas una semana atrás por el 17 de octubre parecen ya historia antigua, pero varios columnistas se refirieron a las movilizaciones solo como “demostración” de la crisis en el oficialismo. El peronismo está a la deriva, escribió Fernando González en Clarín, y como “prueba” de ello cita artículos de su propio diario.
Fernando Laborda en La Nación no quiso ser menos: El Frente de Todos es una “bolsa de gatos”. Y no es como dijo en su tiempo el líder, que los peronistas son como los gatos. En verdad son como las arañas viudas negras: las hembras asesinan al macho y se lo dan como alimento a la cría. Un alarde de ilustración en historia y filosofía política.
También hubo despliegue editorial coordinado para llevar la atención a las personas que quitaron carteles dejados en la Pirámide de Mayo durante actos de opositores que depositaron en el lugar piedras con nombres de víctimas del COVID. El aparente impulso humanista no fue suficiente para disimular la penosa decadencia de estos grandes medios: no hubo un día en que el dolor por los muertos haya logrado más espacio que los enredos de alcoba entre Icardi, Wanda Nara y Suárez.