Por Candela Ponturo González, Movimiento Universitario Evita
Un pueblo sin educación está condenado a la dependencia
Javier Milei vino con el viejo cuento de romper estructuras de la política tradicional, su estrategia en redes, su táctica discursiva y su imagen (como mínimo, llamativa) fueron los pilares de su construcción como personaje político. Con más o menos intensidad, en estos nueve meses de gobierno sus políticas de gestión van hacia la “refundación de la Argentina”, con el mega DNU, la Ley de Bases y Puntos de Partida para la libertad de los argentinos, la resistencia popular fue clave para que no fuera gratis la vulneración de los derechos, que tanto le costó al pueblo argentino conseguir.
En este marco, el movimiento estudiantil, en conjunto con toda la comunidad educativa, el movimiento obrero, las organizaciones sociales y políticas, organismos de derechos humanos, pero además, con una gran masa de ciudadanos independientes; al observar que las universidades públicas corrían riesgo salió a manifestarse en una de las movilizaciones más grandes de la historia reciente, demostrado el 25 de abril.
Con las universidades anunciando la inestabilidad de su funcionamiento, cursadas con las luces apagadas ante el aumento tarifario, cierre de áreas de extensión e investigación, salarios docentes y no docentes por debajo de la línea de pobreza, becas para estudiantes cada vez más inaccesibles y congeladas, suspensión de la apertura de cinco universidades nacionales, la intervención de la Universidad de las Madres y un presupuesto desfinanciado, demuestran un ataque directo y constante de este gobierno hacia la educación.
Milei viene a transformar a la educación en un privilegio para pocos, donde quien decida qué, cómo, cuándo y dónde se estudie, sea el mercado. Que las universidades no sean esa institución fundamental para el desarrollo tecnológico, científico, cultural que necesita la Argentina y que los jóvenes no lleguen a ser profesionales a disposición del progreso de la Nación.
La Universidad argentina es soberanía nacional, desde la reforma universitaria, pasando por la suspensión de los aranceles educativos, los estudiantes unidos al movimiento obrero, en el Cordobazo, la Noche de los Lápices y la de los Bastones Largos, son antecedentes que quedaron guardados en el legado de lucha del movimiento estudiantil.
Los estudiantes del conurbano somos, en su mayoría, la primera generación de universitarios en nuestras familias y eso es un derecho individual y colectivo, porque cuando un pibe o piba entra a la universidad, cambia su vida, la de su familia y de la comunidad que lo rodea.
En un contexto donde se debe elegir entre comer y estudiar, la organización comunitaria es pilar fundamental para ponerle un freno a la derecha de Javier Milei que pretende vender nuestro futuro.
Este 2 de octubre, todos a Plaza Congreso en defensa de la educación pública y gratuita.