Quilmes le ganó 2 a 0 a Villa Dálmine y recuperó el cuarto puesto, podría decir la crónica fría de una gélida noche quilmeña. Sin embargo, entre los avatares del partido se encuentran los rendimientos de algunos futbolistas que plantean la saludable duda de cómo conformar al once inicial. Rompió, además, el Cervecero una racha de cuatro cotejos sin conocer la victoria. Con tantos de Julián Bonetto y Renzo Giampaoli, le ganó al último de la tabla.
De entrada se notaron claros los roles de los protagonistas del partido. Quilmes se paró con tres delanteros y casi sin mediocampo (como siempre) mientras que Villa Dálmine, que sorprendió por la velocidad con la que intentó jugar, tuvo una posición conservadora en defensa para salir rápido de contragolpe. En este contexto, desbordó por izquierda Carlo Lattanzio y envió centro para un Federico Anselmo que cabeceó muy forzado y afuera. Villa Dálmine, por su parte, tuvo la más clara con un tiro libre de Federico Molina envenenado que Esteban Glellel sacó al corner. Fue difícil para el 1, que reemplazó al habitual titular, y reaccionó bien. Quilmes rondó el área de Kletnicki y en una bola derivada hacia la medialuna, definió Lattanzio por encima del gol; el balón dio en el travesaño, picó a centímetros de la línea y fue encontrado por el guardametas campanense. Al toque, Anselmo mandó un centro rasante por afuera y Facundo Castro tocó en el primer palo: Kletnicki la encontró.
El partido, tal cual lo plantea el DT cervecero, Mario Sciacqua, se jugó casi sin mediocampo. Fue en la parte central donde a ambos mediocampistas de marca (Joaquín Arzura, por el lado de la visita, y el cervecero Iván Ramírez) casi que vieron pasar la bola sin más remedio que no intervenir ante la falta de compañeros cercanos.
Fue Villa Dálmine, con otro tiro libre, que obligó a Glellel a sacar una pelota muy difícil por encima del travesaño. Del corner a favor de la visita vino la apertura del marcador. Un gran contragolpe en donde el local encontró mal parado a Dálmine y Bonetto convirtió a la carrera. El 1 a 0 trajo alivio y fue festejado por el hincha en homenaje a sí mismo, ya que ayer se festejó el día del hincha de Quilmes.
Para la segunda etapa, sin cambios en ambos equipos, se mantuvo la misma tesitura. Sin embargo, fue Glellel el primero que sudó al volar y sacar una media vuelta de Matías Molina. Por su parte, los violetas tuvieron otra con un remate desviado de Valentín Gargiulo. Pasados los quince minutos, el DT visitante, Jorge Benítez, movió el banco para oxigenar el ataque. Pero Quilmes, aun sin mediocampo certero que contenta los avances rivales, tenía el monopolio de la pelota. Pero le costó bastante al Cervecero generar real peligro en el área rival.
Diego Ceballos, el referí, omitió un claro penal sobre Anselmo por agarrón de camiseta. En esa jugada, fue amonestado el todavía suplente Federico Tévez, por protestar. Con el ingreso de Mario Sanabria y las subidas de Elías Brizuela, Quilmes generó peligro por derecha. El delantero tuvo un remate que tapó Kletnicki. Dálmine contestó con un tiro de Matías Molina que se fue muy cerca. Pero, en tiempo de descuento, fue Renzo Giampaoli el que puso la cabeza para adelantarse al arquero y poner el 2 a 0 que desató el festejo contenido de los hinchas.
El Cervecero tenía que ganarle al último, como local, y le ganó. Era casi una obligación. Cortó una racha de cuatro cotejos sin vencer y recuperó el cuarto puesto. Tuvo en Esteban Glellel un arquero que, luego de ocho meses, se calzó el buzo titular y respondió muy bien. Por otro, Brizuela si no se ganó el puesto de marcador de punta derecha no es por cuestiones futbolísticas. Lo del pibe fue tan bueno que despertó aplausos de la platea. Por último, Julián Bonetto, el que siempre está. Desde 2020 está en el club y sueña con ascender. Como los hinchas de Quilmes, que ayer festejaron el día con un triunfo tan obligado como necesario.