QAC EMBICHADO: NO PASO ANTE ARSENAL

SARANDI

Ni Demián Rugna, autor y guionista del éxito del cine Cuando acecha la maldad, hubiera imaginado una tarde tan terrorífica como la que protagonizaron Quilmes y Arsenal en el estadio Julio Grondona. El 0 a 0 protagonizado fue digno de un espanto que solo podría ser superado por el aburrimiento provocado por ambos conjuntos. Con esta igualdad, el Cervecero volvió a meterse en una racha de encuentros sin ganar.

Lejos de aquel exitazo ante Chacarita (4-0) que fue el estreno de su DT, Sergio Rondina, el panorama en la cancha de Arsenal se presentó diferente. Con Lautaro Parisi como delantero central y la actuación desde el arranque de Ramiro Martínez en la ofensiva, se presuponía otra cosa. Además, en el medio Rondina también metió mano al incluir a Joaquín Postigo. Enfrente, un pobre Arsenal que lucha por no caer en zona de descenso o desempate por este hicieron del cotejo una plaga de vaguedades.

En la primera etapa, fue más el conjunto de Sarandí sin ser una maravilla. La pelota deambuló como el 85 cruza el conurbano desde Ciudadela norte al río; sin embargo, al menos el colectivo verdeamarillo se sabe que alguna vez arribará a algún lugar y cumplirá su objetivo. No así el balón en Sarandí quien, triste y desalmado, solo fue maltratado por los 22 protagonistas. En este contexto, no hubo llegadas de peligro a las vallas. Solo Arsenal pisó dos veces el rectángulo de Esteban Glellel y Quilmes tuvo un tiro desde afuera del área de Parisi que no fue ni molestia para la contención del golero Facundo Masuero.

En el entretiempo, auspiciados por una firma local, un grupo de hinchas de Arsenal participó de un concurso en donde tenían que meter un gol desde mitad de cancha sin arquero. Eso fue lo más emocionante de la tarde.

Para el segundo tiempo, la tesitura fue la misma salvo que Quilmes tuvo la pelota. Hubo más acción y la principal fue de Arsenal. Un cabezazo de Sabatini fue tapado por un Glellel al que lo molestó el sol en contra. Del rebote, el tiro a quemarropa de Maziero también fue contenido por el golero cervecero. Del lado de Quilmes, un remate del ingresado Axel Batista al primer palo que tapó bien el arquero local. El resto fueron pelotazos a la nada, imprecisiones, malos pases, decisiones sin sentido y tristes actuaciones de futbolistas profesionales que cobrarán dinero por este cotejo.

Terminar el partido fue una obra de buen gusto del colegiado Julio Barraza, de correcta labor. Ante el pitazo final y las caras de «y pensar que pagamos para ver esto«, los hinchas huyeron despavoridos de las gélidas tribunas del Grondona para aprovechar el poco sol que le quedó a la tarde o ir a mirar una pared en blanco sin pintar. Eso hubiera sido más productivo que tratar de rememorar alguna emoción vivida en este empate entre Arsenal y un Quilmes que dejó la imagen del embichado de Cuando acecha la maldad.


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