Esta semana, la Coalición Cívica provincial expresó a través de un comunicado de prensa su preocupación, aunque no sorpresa, por las opiniones del Presidente y otros funcionarios del oficialismo en favor de impulsar modificaciones a la ley provincial, aprobada en 2016 por amplia mayoría, que impide la reelección indefinida de Intendentes.
La ley es la 14.836, que aclara en su artículo 7 que quienes estaban desempeñando un cargo en 2016, ya se lo consideraba como primer periodo. La CC hace esta aclaración en su comunicado porque, según sus dichos, se está intentando poner en dudas a partir de qué fecha tomar los periodos de gestión municipal.
Es muy fuerte en los legisladores provinciales de la Coalición la idea de que la perpetuidad en los cargos trae aparejada corrupción, y más fuerte cuando lo afirman desde la función pública, que es de donde tienen que salir los controles al poder.
En uno de los párrafos, aseveran:
«También ha sido un vicio recurrente que la perpetuidad en un cargo se sostiene con prácticas autoritarias que propician la corrupción»
Y claro, en seguida vienen a la memoria aquellos intendentes del conurbano montados en sus cargos a perpetuidad, como si tuvieran en verdad títulos nobiliarios. JJ Mussi, desde 1987 en Berazategui, con una interrupción para ir a otros cargos, donde continuó su hijo Patricio como si se delegara por vía sanguínea; Julio Pereyra desde 1992 en Varela, mientras vive en Puerto Madero. ¡Si hasta sus propios pares los llaman «barones del conurbano»!
Pero, como parafrasea el periodista Alberto Moya en su libro de 2013, «… Y después la gente va y lo vota».
Convengamos, si la gestión es buena cuatro años es poco, no alcanza para enmendar los desaciertos de la anterior, pero si es mala, es mucho. Suficiente para arruinar una economía sujeta con alfileres como la nuestra, con una deuda externa impresionante, que repercute en los ingresos de los municipios (porque siempre los efectos de las malas políticas donde primero se sienten es en la patria chica); que lleva a una deuda interna atroz, que obliga a abrir más comedores, dividir más las magras raciones de asistencialismo, condenar a generaciones enteras a no tener siquiera los servicios básicos. Aquí, un punto: no se entiende por qué después de tantos años de intendencias sin alternancia en el conurbano, se siguen prometiendo cloacas, agua, gas, asfalto… ¿Es conveniente entonces la perpetuidad? Es una pregunta que deberíamos hacernos.
El miércoles el gobernador Axel Kicillof se reunió con los intendentes ganadores, con Sergio Massa, presidente de Diputados, con Máximo Kirchner, máximo referente del partido, entre otros, y un tema importante de su agenda fue la reelección. La CC en su comunicado recuerda que Massa fue uno de los principales opositores a la misma cuando lideraba su Frente Renovador.
Pero volviendo al título: 4 son pocos, 8 son muchos. Algo viene fallando. ¿Son los años o las personas? ¿Son las personas o los entornos? ¿Son los entornos o los controles? Somos nosotros, las personas comunes las que tenemos que definir eso para poder decidir.
Desde la política no nos están dando mensajes claros.
En nuestro distrito, en la noche del domingo de elecciones, cuando ya salían los resultados, la militancia pedía «reelección, reelección», aunque las diferencias en los números de votos computados eran mínimas, estaban conformes. Es más, ni se esperaban ese casi empate que les daba ventaja.
Aunque las divergencias entre gobierno y oposición son tan grandes en el discurso, tanto es así que se echó mano al término grieta para graficarlas, las diferencias a la hora de contar la intención de votos de unos y otros, fueron mínimas.
Aquí nos detenemos en otro punto: el que gobierna viene de ganar, tiene el aparato aceitado, la chapa de la obra pública impulsada desde Provincia y Nación, pero a Mendoza le llovieron críticas, aún de los propios.
Los opositores contaban con el descontento de lo mal hecho por la gestión, pero no vieron lo suyo, las graves sospechas. También ellos contaron con respaldo de Nación y Provincia, y dejaron un tendal de cosas mal hechas, o inconclusas. De autocrítica adolecen unos y otros.
Quizá algún día el electorado repare en que el «roban pero hacen» no sirve. Porque el robo está en lo que hacen.