LA BUROCRACIA DE MORIR

Hoy, sacar a un difunto para cremarlo, cuando está en el sector privado, es una odisea debido a las trabas burocráticas que debe sortear el deudo. Desde darte turnos, hacerte cruzar de vereda varias veces, cobrarte por todo; pedirte un acta de defunción o nacimiento en dos oportunidades, es todo tan agotador, estresante, para el contribuyente.

Descubrir que las personas no están pagando. Hay muchos carteles de desalojo. Empleados municipales levantan los féretros, hay que realizar trámites en el cementerio municipal.

Los empleados te tratan con su mejor sonrisa. Existe a futuro incertidumbre por los puestos de trabajo. Cambió, tal vez por necesidad, las costumbres, hoy en día la gente prefiere cremar a un difunto a tener que pagar expensas onerosas y ni hablar de la renovación de los nichos. Otro mundo es el crematorio. En las últimas horas se cremaron cuatro difuntos. Ojalá que sean los correctos a la hora de entregar las cenizas ya que cada uno tiene su identificación. Están cambiando las preferencias por cuestiones económicas o porque para las nuevas generaciones es más práctico cremar. Lo único que no cambia es la burocracia y lo «caro» que es morir.


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