LA NOCHE SOÑADA PARA EL AFROQUILMEÑO

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En Solano, el Polideportivo vibró como nunca. Touba Bamba Niang, un joven senegalés que eligió Quilmes como su hogar, debutó en el box profesional y regaló al público una velada cargada de emoción, música y fiesta.

Desde temprano, las calles cercanas al Polideportivo de San Francisco Solano comenzaron a llenarse de vida. Familias enteras, vendedores ambulantes y amigos llegaban con banderas, tambores y ganas de festejar. Pero no era solo una pelea lo que convocaba: era la historia de un joven que, con su esfuerzo y humildad, conquistó el corazón de cientos de personas.

Todos quisieron tomarse fotos con él

Adentro, los tambores senegaleses marcaban el ritmo, mezclándose con los cánticos típicos argentinos. La gente abrazaba a Niang como uno de los suyos. «Bamba», como lo llaman sus amigos, salió al ring rodeado de un fervor pocas veces visto. La pelea fue breve, sí, pero suficiente para desatar la fiesta: un nocaut técnico en el primer round bastó para que la celebración se extendiera fuera y dentro del cuadrilátero.

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Cuando el árbitro levantó el brazo de Niang en señal de victoria, el Polideportivo estalló. No sólo fueron aplausos, sino abrazos, risas y el repique de los tambores que ya anunciaban que esa noche iba a ser recordada. La gente, que esperó hasta casi las dos de la mañana para la pelea, se quedó festejando, uniendo culturas y mostrando lo mejor de Quilmes: su calidez y capacidad de integración.

Un vecino mientras aplaudía, comentó:

«Esto es más que un triunfo deportivo. Es la historia de alguien que llegó de lejos, encontró un lugar en nuestro barrio y nos enseñó que todos podemos soñar juntos».

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Nacido en Senegal, Touba Niang recorrió un largo camino. Entre desafíos y sacrificios, encontró en el boxeo una forma de expresarse, de luchar por sus sueños y de compartir su alegría con quienes lo rodean.

“Estoy agradecido con cada persona que me apoyó, que vino hoy, que me ayudó en este camino. Quilmes es mi casa, y verlos felices me da fuerzas para seguir adelante», dijo emocionado después del combate, rodeado de amigos y compatriotas que lo abrazaban con orgullo.

La noche de Niang fue soñada y demostró una vez más lo que hace único a Quilmes: su gente, su diversidad y su capacidad de convertir cada logro en una celebración comunitaria. Fue una gran victoria, pero fue también la victoria de una ciudad que lo adoptó como uno de los suyos.

Mientras los tambores seguían sonando y los vecinos se mezclaban en abrazos y charlas, quedaba claro que esa noche no se trató solo de boxeo. Fue una fiesta de la vida, un homenaje a los sueños y una celebración de todo lo que Quilmes representa.

Touba Bamba Niang promete seguir escribiendo su historia en el boxeo, pero en su primera noche como profesional ya dejó una huella imborrable en su comunidad.


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