La central nuclear Atucha I, la primera planta nuclear de América Latina, estará fuera de servicio durante 30 meses para llevar a cabo trabajos de extensión de vida, según informaron fuentes oficiales. Esta parada, iniciada el domingo 29 de septiembre, marca el final del primer ciclo operativo de la planta tras 50 años de generación de energía. La central, ubicada en Lima, provincia de Buenos Aires, fue inaugurada en 1974 durante la presidencia de Juan Domingo Perón y cuenta con un reactor PHWR (Reactor de Agua Pesada Presurizada) con una potencia instalada de 362 megavatios.
La extensión de vida permitirá que la central continúe en funcionamiento por al menos 20 años más, un hito crucial para la estabilidad energética del país. Sin embargo, este proceso genera inquietudes de cara al verano, cuando se espera una alta demanda de energía, especialmente en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Atucha I aporta el 1% de la energía total en los momentos de mayor demanda, pero su rol como central de base, ubicada en una de las zonas de mayor consumo, es clave para el equilibrio energético.
El desafío radica en que las alternativas energéticas en la región presentan limitaciones. Las plantas de Central Puerto y Costanera, que abastecen al AMBA, enfrentan problemas con equipos obsoletos o fuera de servicio, lo que reduce su capacidad de generación. Además, el transporte de energía desde otras regiones del país está comprometido por la falta de inversión en la ampliación de las redes de transmisión de 132 kV, lo que restringe la capacidad para cubrir la demanda durante los picos de consumo.
En este contexto, la diputada Agustina Propato subrayó a través de sus redes la importancia estratégica de la extensión de vida de Atucha I y su impacto en la matriz energética nacional:
“La extensión de vida de Atucha I implica 30 meses de parada y depende de la decisión política y económica de un gobierno que proteja la matriz nuclear y que haga las transferencias económicas necesarias para que se cumpla el cronograma del programa de extensión de vida, para luego volver a la puesta en marcha y poder reestablecer el enorme aporte al esfuerzo energético nacional”.
Además, la diputada advirtió sobre los riesgos de no avanzar con este proyecto:
“Que la decisión política de los mismos que decidieron privatizar las centrales nucleares sea la de llevar adelante el Proyecto de Extensión de Vida (PEV) y no la Extracción de Vida de uno de los corazones energéticos más importantes de nuestro país. Vamos a estar muy atentos en defensa de la matriz nuclear, y los convoco a seguir este tema sensible en épocas de anuncios de cortes energéticos”.
Atucha I es una de las tres centrales nucleares operativas en Argentina, junto a Atucha II y Embalse. Entre las tres, suman una potencia instalada de 1.763 megavatios, lo que representa el 8% de la energía eléctrica del país. La salida temporal de Atucha I genera incertidumbre sobre cómo se cubrirá el déficit de su aporte, aunque las autoridades aseguran que el plan de mantenimiento y extensión de vida se ha planificado con antelación para minimizar el impacto.
No obstante, el desafío de garantizar el suministro eléctrico en el corto plazo, especialmente en verano, sigue siendo una preocupación central para los usuarios y las autoridades energéticas. La necesidad de inversión en infraestructuras energéticas y en el transporte de energía es clave para evitar posibles cortes o desabastecimientos, sobre todo en una época del año caracterizada por el alto consumo y las olas de calor.
La extensión de vida de Atucha I, más que una medida técnica, representa una decisión estratégica para el futuro energético del país, en un contexto donde las fuentes nucleares juegan un rol indispensable para sostener la estabilidad y soberanía energética.