EL CLÁSICO QUILMEÑO

UNA CIUDAD DEPORTIVA SOPLA LAS VELITAS

Por Pablo Despos

Quilmes una ciudad cuna del deporte nacional. Donde desde antaño se han destacado sus vecinos y clubes por ser emblemas de la actividad corporal, ya sea federada o no. Los deportes y los quilmeños conforman una simbiosis inseparable…

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Quilmes es ir a la cancha los fines de semana. Al Centenario o a la Barranca. Como fue ir a copar los tablones de Guido y Sarmiento durante casi un siglo o sentarse en la coqueta platea criolla, patrimonio histórico, para alentar a los jugadores mientras se toma un amargo y se comen bizcochitos. Pero Quilmes también es el Juventud de Bernal, que lucha por volver a ser protagonista en el fútbol argentino como lo fue hace casi un siglo.

Quilmes A. C. y Argentino de Quilmes, el clásico de la ciudad

Quilmes es la cuna de campeones. Porque Quilmes es el Siete Estrellas, de donde salió Daniel Bertoni, quien le puso el broche de oro a la primera Copa del Mundo para Argentina en 1978. Quilmes es la ciudad que adoptó a Ricardo Villa y Ubaldo Fillol, sus compañeros de equipo surgido del Cervecero.

El gol que consagró a Argentina en 1978 fue criado en el Siete Estrellas y el Quilmes A. C.

También fue potrero de Juan Carlos Irurieta, campeón de Copa América 1925 cuando jugaba en los mates; y de Sergio Agüero, el Kun, campeón de América en 2021. Por no olvidarse de Juan Bottaso, la cortina metálica surgida en el Cervecero y que brillaba en el arco de Argentino de Quilmes cuando fue subcampeón del mundo en Uruguay 1930.

Irurieta y Agüero, dos quilmeños campeones de América con la Selección Argentina

Quilmes es el cervecero Juan Manuel Saladino, medalla de oro en Río 2016 con Los Leones en el hockey masculino. Un emblema del deporte quilmeño que brilló en lo más alto de la élite mundial.

Juanchi Saladino, medalla de oro en hockey sobre césped en 2016

Ser quilmeño es amar el deporte. Como Lilian Harrison, que tuvo al río como amigo en su pasión por la natación en aguas abiertas. Como Anabel Gambero (del Alemán) y Mariné Russo (del Quilmes A. C.), quienes pasearon su talento por el hockey en tierras quilmeñas y brillaron con Las Leonas mientras se colgaban medallas. O querer ser un gran maestro como Marcelo García, formador emblemático del tenis quilmeño.

Lilian Harrison, la quilmeña que le ganó al Río de La Plata

Ser quilmeño es aplaudir cuando Los Pumas emocionaron a todos los argentinos en el Mundial Francia 2007 hasta llegar al tercer puesto y en la segunda línea estaba Rimas Álvarez, gran rugbyer nacido en este terruño. O ver pasar a toda velocidad a Octavio Dazzan en su bicicleta con sus siete medallas colgadas al cuello. Si es que no lo pasa Mario Cutropia, corriendo como el mejor fondista que la ciudad de Quilmes pudo dar. O tal vez también esté en carrera Reynaldo Gorno con su medalla de plata en maratón en los Olímpicos de Helsinski en 1952 y cuyo nombre hoy engalana al Polideportivo municipal.

Gorno en Helsinki 1952, orgullo quilmeño: hoy el Polideportivo municipal lleva su nombre

Ser quilmeño es saber que en el ring siempre alguien compite. Desde el hijo adoptivo de hace cien años, el Gigante Vittorio Campolo hasta Sergio Maravilla Martínez. Donde hay guantes talentosos, sospeche, seguro hay una raíz quilmeña para representar al país. Quizá con más paciencia pero no con menos talento, adquirido en Quilmes, fue el la hazaña de Gato y Mancha, comandada por Aimé Tschiffely, ese suizo criado en el Saint George’s que cruzó América para valorizar a los equinos criollos.

Maravilla Martínez, de Quilmes para el mundo

Ser de Quilmes es ir al río a subirse a una pequeña embarcación para algún deporte acuático. Jugar en cualquiera de los campeonatos de fútbol amateur que hay en la ciudad. O salir a correr por el parque de la cervecería y toparse con otros vecinos que están en la misma. Ser quilmeño es ir al 12 de Octubre, al Tiro, al Unión de Ezpeleta, al Juventud de Villa Crámer o al Juventud de Villa Elsa, al Quilmes Oeste, al Alemán, al Lawn Tennis, al Zapiola, al Moreno, a los Cooperarios, al Once Corazones, al Libertad de Don Bosco, al Ciclista, al CUQ, al Don Bosco, a El Porvenir, a la Esperanza Quilmeña, al Estrella Del Dorado, al Pejerrey o al Progresista; o a tantos de los más de cien clubes de barrio o sociedades de fomento que inundan el distrito y que no pueden ser todos descriptos aquí.

Los clubes de barrio en Quilmes, una red inquebrantable para sacar a los pibes de la calle

Ser de Quilmes es ir al Parque Lineal en Solano, a la Plaza del Maestro, al Museo del Transporte, al Parque de la Ciudad, al Poli de la 835, a cualquiera de las plazas de Quilmes Oeste, Ezpeleta, Solano o Bernal Oeste. Porque ser quilmeño es moverse, moverse siempre y para eso está la práctica corporal. Deportes y Quilmes, dos palabras unidas desde que la ciudad se hizo ciudad. Desde que, como se sabe, los quilmeños decidieron tácitamente no quedarse quietos nunca y brillar.


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