Por Matías Candal *
Después de mucho tiempo volví a ver a Raúl, El Angel del Amor, y aproveché para que nos tomaran una foto con él y mi título de licenciado en Periodismo.
Raúl no es familiar de sangre, está jubilado, pero mientras yo cursaba la Facultad, el era chofer de la línea 506 que une Adrogué – Claypole y me dejaba en la esquina de casa.
Cuando salía de la Facultad, casi a las diez de la noche, y bajaba del tren en Adrogué, el me veía en el andén y me pegaba el grito: «Dele, amigo, que no salgo hasta que usted no suba». Me esperaba para emprender viaje, sabiendo que si yo no tomaba ese colectivo, me quedaba a pata porque era el último del día. Eso no es nada, cuando yo bajaba, él esperaba que entrara a casa.
Muchas veces le dije que parte de mi título también era de él, por las veces que hizo que yo llegara a mi casa porque a lo mejor no se daba cuenta, pero en mi camino era importante. Por eso escribo esto, porque no me olvido del esfuerzo y de cómo Raúl se portó. Este pequeño homenaje se lo merece sin dudas; ya será musicalizado como corresponde.
* Matías Candal ejerce el periodismo en Quilmes, varias de sus notas han sido publicadas en este CIQ.