EXCLUSIVA CON ABONIZIO ANTES DEL SHOW DE HOY

Adrian Abonizio presentará su disco tanguero esta noche en el Club Mitre. Antes, respondió a las preguntas de Alberto Moya y Ana Santillana.

El autor de varios clásicos que cobraron fama por Juan Carlos Baglietto, invita al recital de este sábado luego de las 21 en este audio:

En la voz de Abonizio

-¿A qué remite el nombre Ciudad Malandrina? Se debe a que está llena de malandras o que la ciudad nos roba algo?

-El sentido que le doy es familiar: Mi abuela nos decía que éramos unos malandras o malandrinos, que es como el pícaro, el diablo menor que hace travesuras sin llegar a hacer un desmán. Lo tomo así para no caer tan duro sobre una ciudad que nos vio nacer. Es una ciudad donde se le da mucha importancia al negocio, llena de inmigrantes que llegaron a trabajar, pero pesa a todo se mantiene unida, gente de origen judío tiene su negocio al lado de gente siria. Frente a los pequeños carteles que hay, malandrina es el sentido más simpático de la palabra.

Click en la tapa para oír Ciudad Malandrina.

-Cuando abre el disco dice “Me voy”. ¿Tiene alguna significación?

-Quedó de una toma. Como los chicos ensayan bien y muy rápido, tengo que ponerme a la altura de ellos. Ya me había cansado y les dije que me iba porque esa perfección no íbamos a superarla. Como bien dice Lalo (de los Santos), tuve que irme, cerrar la puerta antes de que la puerta cayera sore mí. Yo también debí irme porque esta ciudad no da para más, nunca dio para más. No obstante, no sé de dónde sacamos tanta calidad y cantidad de artistas. Irse implica alejarse del lugar que uno más quiere, con nostalgia, pero siempre piensa en volver. Eso de me voy, ahora que lo escucho, sí, tiene varias lecturas.

-Su banda La máquina invisible está integrada por jóvenes, ¿cómo los conoció?

-A través de mi hijo que tiene 17 años. Acá todos se conocen, van a escucharse unos a otros. Hay una corriente tanguera muy joven. Eran chicos que casi habían cursado la secundaria con mi hijo. Ellos me reclaman que no los presente como una rareza pues se sienten como monstruos de un circo antiguo. Los busqué en youtube, pero no pude verlos nunca en vivo porque yo era fana de otra banda, La Utópica (para la que escribí/escribo), que eran como los Redondos y Soda acá.

-En este disco hay muchas alusiones a la dictadura: Marilina es una desaparecida; a Juan lo sigue un Falcon; en Alba de Garúa, los milicos están tras un manto de neblina y, en Quedate un poco, repite una consigna de las Madres. ¿A qué se debe?

-… A que no hay un día que no recuerde de dónde vengo. Nosotros nos formamos en la adolescencia durante la dictadura. No nos dejaban salir al mundo. Nuestra forma de salir era perder el miedo o ser inconscientes. Si bien para mí no fue una guerra sino el Estado contra una banda de… no sé, mil personas armadas, con esa excusa se llevaron puesta a gente que no tenía nada que ver, a sindicalistas, oficinistas, gente común, trabajadores, eso uno lo vivió de cerca; tanto, que vivimos momentos que nunca dijimos. Juan De Noche es un amigo que desapareció y luego tuvo la suerte de ser blanqueado, pero yo no podía visitarlo ya que el padre me había advertido que no me acercara porque iban a relacionarme con él. Su pecado había sido andar vestido con una campera militar de rezago y andar con una revista de poesía. Con esa causa extraña por subversión, estuvo dos años. También muchas jovencitas, que nunca se dice, fueron desaparecidas unos días y luego blanqueadas porque no se les halló ninguna relación con la guerrilla. Hay cosas que nunca decimos para que no crean que nos martirizamos. Yo viví muy pegado a eso y viví momentos de pánico. Uno quería que se fueran los militares, pero con democracia. Ni a punta de bayoneta, ni con bombas de la guerrilla. Aunque guerrilla, para ellos, éramos todos. Mi relato está plagado de eso porque viví en el conflicto armado en nuestra sociedad.

-Eso, en las letras. Ahora, en lo musical, hallo reminiscencias. Partes de Juan se parecen a Escándalo, de Javier Solís; otras, a Yo soy María de Buenos Aires, de Piazzolla. ¿Es un homenaje o una marca de sus orígenes?

-No. Los chicos hacen chistes respecto a que empieza una canción mía pero arreglada por ellos y tiene reminiscencias a otros tangos. No es un homenaje. Y como el tango es un rubro establecido, pasa que son parecidos. En el fondo, como uno está nadando sin salvavidas, en el sentido que yo no vengo del tango, aunque me crié con ello y por eso me considero tanguero. Apareció la Trova, fue una explosión y me dediqué a eso, más a la canción, buscando una cultura que no existía. Ese fue un mérito nuestro del que me siento orgulloso, que donde no había nada formamos una identidad propia. Cuando hago tango, escribo con mucha soltura pero también con mucho respeto y cierta dosis de miedo porque ya las grandes obras han sido escritas; uno es como una estela del barco principal que fue Contursi, Cadícamo, Discépolo, Manzi, entonces uno se sienta un aprendiz. De ahí que se parezcan un poco porque uno se asienta en alguna seguridad.

-¿Qué repercusión tiene sus canciones en las nuevas generaciones?

-En general la gente joven te saluda, se sacan una foto, me dicen ‘sos un genio’ pero hay pocas instancias de conocer por qué la gente más joven disfruta de lo que uno hizo. Supongo que, así como nuestros padres nos hacían oír la radio con las canciones que les gustaban; así los padres de ellos les hacen oír nuestra música.

-¿Sus canciones llegaron adonde lo soñó?

-Me da pudor, pero sí. Mientras la gente descansa luego de un día de trabajo, a mí me interesaba quedarme en el silencio de la noche trabajando en las canciones que no podía cantar en ese momento porque mis viejos dormían. Yo decía: «Algún día estas canciones van a ser conocidas por la gente». Nunca me achiqué. Trataba de mantener el anonimato, si hubiese sido por mí, no hubiese salido en ninguna foto, pero los alcances verdaderos no voy a comprobarlos nunca. Lo que sí sé es que a mucha gente la he ayudado con mis canciones. Así como hay otras canciones o gestos que me han ayudado o salvado en épocas duras. Me han dicho “no me maté porque oí un par de frases tuyas de canciones que me ayudaron a seguir”. Son cosas valorables de la vida. En ese momento me siento como el médico que no pudo estudiar. El alcance se mide ahí, no tanto por lo que cobras de SADAIC, sino porque pusiste en palabras lo que la gente siente. Encima le ayudaste a salvarse y a ser mejor persona. Yo lo intento cada día pero no siempre me sale.

-¿Sus letras hallan un nuevo contexto social o somos los mismos?

-Yo soy muy simplista. La gente dice viste cómo son los jóvenes ahora, o les chiques; eligen su sexo como quieren. Yo creo que la elección sexual de cada uno son cosas muy íntimas, muy personales de cada uno. Para mí, no tiene importancia que muchos sobre dimensionan; es algo natural. No creo que sea una evolución ni una involución, creo que es un cambio de paradigma, en el fascismo o en el zurdismo que llevamos dentro, en la falta de paciencia. A veces hay que ser más piadosos con los que están tratando de crecer, como dice Fito (Páez). Los tiempos no han cambiado nada, porque en una lectura de casi peligrosa política, podemos ver que las colonias siguen estando, los imperios siguen, se invaden países, en Africa la gente muere como moscas, en el camino a las pirámides de Egipto hay villas miserias que viven reciclando en la basura más grande del mundo, donde recuperan el noventa por ciento a mano. No hago una apología de eso, pero las grandes superpotencias reciclan menos. Ahí los tiempos no han cambiado. Y hemos probado con distintos proyectos políticos, hasta con falsos socialismos, mientras lo único que yo veo como más o menos saludable es la democracia, una cosa como es el amor como es la canción, tenemos que tenerla siempre presente, porque si no, los extremos nos llevan al caos. Aunque estas respuestas te las tendría que dar Facundo Cabral, yo no, porque él meditaba mejor que todos nosotros.

Puede oírse el disco aquí.

-De su disco Tangolpeando, pasó una década, fue premiado pero falta descubrirlo.

-Si, pero siempre aspiramos a más. Ahora queremos irnos en agosto a un festival en Cuba; estamos tratando de conseguir los pasajes. Los chicos dicen que estoy loco porque les digo que vayan viendo cómo está el clima en Japón porque vamos a tocar en Osaka. Mucha gente se rió del proyecto de la Trova  y sin embargo han pasado cuarenta años y aún nos van a ver.

Juan Carlos Baglietto, Jorge Fandermole, Fabián Gallardo, Silvina Garré, Adrian Abonizio y Ruben Goldín. La formación que tocó en el Teatro Colón (2019).

-La Trova es la música de fondo de una generación para quienes fuimos contemporáneos de Malvinas, y que esa época sea identificada con una música y que hayan sido ellos, no es un blasón desdeñable.

-Hay gente que no puede interiorizarse por Ciudad Malandrina y por lo que estoy por grabar; mientras Ruben (Goldín) grabó Girasoles, un disco hermoso, o el de Silvina (Garré)… la gente va a ver un homenaje al pasado. Es como que van a ver al Chango Cárdenas en el gol contra el Chelsea; a Mario Kempes contra los holandeses, a (Jorge) Burruchaga en la final contra Alemania o a (Diego) Maradona con la mano de Dios. Van a ver algo épico que les representa un momento, pero no quieren otra cosa. Y nosotros ni lo intentamos, aunque charlamos si no habría que mechar algún tema nuevo, pero Juan (Baglieto), que es un especialista de los shows, explicó: La gente viene a ver cómo estamos. Hay mucha emoción, porque a veces canto una canción y recuerdo cuando la oí en la radio por primera vez, yo estaba pintando un cartel en el lateral de un carguero de tren, yo era letrista y andaba con la radio en el bolso. Me decía: soy un laburante que todavía no cobró un mango pero con cierto éxito, a través de Baglieto, a quien siempre le agradezco porque es el mediocampista que toda selección necesita, porque sabe distribuir los pases. Hoy hablábamos de la democracia como sistema, y acá nosotros armamos la verdadera democracia entre nosotros, porque si uno va al Congreso, se dicen tantos agravios y mentiras que ha degradado tanto el sistema que da asco y vergüenza. En cambio, nosotros tenemos cuarenta años de convivencia y nos respetamos. Los políticos deberían aprender de nosotros, que llevamos cuatro décadas sin putearnos sin faltarnos el respeto, no nos difamamos y seguimos juntos, tratamos de cobrar una entrada razonable, que la gente pueda pagarla, porque hay gente que viene en familia y gasta mucho; no va a poder repetir ese gasto. Me digo: «Adrian, podés estar mal, más gordo que antes, pero tenés que tratar de cantar bien, porque esta noche no van a poder repetirla». Los políticos deberían aprender de nosotros, lo digo con orgullo. Yo tengo diferencias con los músicos y ellos conmigo, pero jamás nos faltamos el respeto.

Como músico invitado estará el valor local Gabriel Torres, de quien Abonizio dijo en exclusiva para este CIQ:

Abonizio, sobre uno de sus anfitriones

Reservas en las redes del Club y al 1136680490.

El Club Mitre, en facebook.

El valor de la entrada es de 600 pesos, y habrá buffet a precios populares en Mitre 1417, entre Dorrego y Mármol.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *