
A finales de marzo se daba cuenta oficial de reuniones con la Federación de Panaderos en busca de acuerdos para bajar el precio del pan con referencia en su costo dentro de CABA, precio estimado muy distante de su valor por kilo en la provincia. El único modo de poner al alcance familiar el digno pan sería bajar el costo de la harina por bolsa, posibilidad mencionada como segundo paso a discutir, y es muy lenta su implementacion en el tiempo.
Mientras, los precios de lácteos, carne, hortalizas, verduras, arroz y fideos aumentan al latido vertiginoso de las desesperanzadas víctimas de tan ruin accionar empresario frente a un gobierno debilitado por las acciones y tiranteces dentro de su fuerza y el avance de una oposición descarada alzando banderas de reivindicación que durante su mandato neoliberal destrozaban a golpes, balas de goma, hidrantes y gas lacrimógeno, además de persecuciones y arrestos compulsivos.
Al tiempo que sus principales voceros salían a criticar el proyecto de la vicepresidente Cristina Fernández, y diputados como Gerardo Milman (JxC) criticaban y exigían reducir «gastos superfluos en la política gubernamental» con la propuesta de «salir al mundo a ofrecer nuestros productos» (terreno en el cual ellos fracasaron) como las únicas vías para el crecimiento económico. José L. Espert en A24 denunciaba cierta utilización de la pobreza y la indigencia por el gobierno de Cristina y Alberto, para dirimir sus aspiraciones personales.
En la Av. 9 de Julio, el crecimiento de las carpas ante la intransigencia Ministerial y sus manifestantes fueron sorprendidos por presencias tardías de referentes de las grandes organizaciones sociales y declaraciones como la de Juan Grabois asegurando sin conviccion que «El problema entre las partes no es de origen ideológico», omitiendo u olvidando que las ideas para la «realización del bienestar común» conforman las ideologías, que no guardan «coherencia» de extremo a extremo.