La noche de los Museos encontró en la Escuela Fine Art un espacio con varias propuestas.
La recepción
Una pantalla con estridencias visuales y sonoras recibía a los visitantes prometiendo fiesta para los sentidos, y el olorcito a guiso de lentejas recordaba que se estaba entre amigos, aunque recién se conocieran. Es la onda que Sebastián Vricella y Juan Ferrari, los coordinadores, le dan a su casa-taller de Arte.
En las paredes, una impactante colección de pinturas con colores flúo que una luz negra (¿azul?) resaltaba.
El patio
En él, la fresca noche resultó deliciosa: parte de la biblioteca de Fine Art desplegada para deleite de todos.
Ya subiendo a la terraza, una imagen proyectada en la pared daba profundidad a la vista, llegando al último escalón fue inevitable recordar a Los Beatles en la azotea de los Apple Corps. -¿No será mucho? -No.
Mientras el guiso de lentejas calentaba a algunas manos que no acompañaban la música, Anto Restucci regaló una voz tan dulce y firme como la de una tal Joan Baez.
El laboratorio fotográfico
Estar ahí era un viaje al túnel del tiempo para el que desconoce la actividad, exquisita, de revelado de fotos de manera artesanal.
Los cronometrajes y químicos, el pulso y la ansiedad, las luces roja y ámbar, lo minucioso del trabajo, todo y más lo explicó el profesor Leandro López.
Un cartel en la pared dice: «estás en un Templo», y casi así lo siente quien lo visita.
Cuando quieras ir a los eventos de Fine Art, buscalo en las redes.
¿Dónde queda?: De la chimenea de la Cervecería, ahí derecho, sobre Hipólito Yrigoyen 890.
