JUICIO BRIGADAS: ULTIMA AUDIENCIA DEL AÑO

Este martes se realizó la última audiencia del año del Juicio Brigadas, donde se juzgan a 17 represores, entre ellos Miguel Etchecolatz, por los crímenes de lesa humanidad cometidos contra casi 500 personas alojadas en tres ex centros de cautiverio. Los debates se reanudarán en febrero.

Son juzgados, por los delitos cometidos en los Pozos de Quilmes y de Banfield, el ex ministro de Gobierno bonaerense de la dictadura, Jaime Smart, el ex director de Investigaciones de la Policía bonaerense, Etchecolatz, el ex médico policial Jorge Antonio Berges, de Quilmes; Federico Minicucci; Carlos Romero Pavón, Roberto Balmaceda y Jorge Di Pasquale, Guillermo Domínguez Matheu; Ricardo Fernández; Carlos Fontana; Emilio Herrero Anzorena; Carlos Hidalgo Garzón; Antonio Simón; Enrique Barre; Eduardo de Lío y Alberto Condiotti.

Miguel Angel Ferreyro falleció en el transcurso del juicio, imputado por delitos cometidos en la Brigada de Lanús.

Pozo de Banfield

La jornada contó con el testimonio de Ana María Caracoche, quien fue secuestrada y cuyos hijos fueron apropiados, Eduardo, Ricardo y Gerardo D’Ambra, hermanos de la desaparecida Alicia D’Ambra. “Los chicos fueron botín de guerra”, lamentó Ana María, quien contó el camino para reencontrarse con ellos.

“La historia de mi vida con la dictadura comienza cuando fui detenida, secuestrada, desaparecida, torturada y ex detenida desaparecida”, comenzó Ana María Caracoche. Era militante de la Juventud Peronista y su pareja, militante sindical de Montoneros.

La hija, María Eugenia, con poco más de un año, fue apropiada el 16 de marzo de 1977. Tras secuestrarla junto a un matrimonio amigo de su madre, Susana Falabella y José Abdala, con los que había quedado al cuidado temporal. Luego el policía Rodolfo Silva se la quedó hasta 1985, cuando recuperó su identidad. La madre se refugió junto a Juan Oscar Gatica, su esposo, en Berisso, en la casa de Roberto Amerise. Fue allí donde fue secuestrada el 19 de abril de 1977 y separada de su hijo Felipe, de 4 meses, quien quedó al cuidado de una vecina que poco después se lo dio a un matrimonio amigo, que en 1984 lo reintegraron a Caracoche.

Caracoche recordó que pidió que “no tiren” porque había chicos y fue ese el momento en el cual le quebraron el brazo. La mujer fue alojada en el centro clandestino La Cacha, donde fue torturada. “Fui torturada en el brazo, en las piernas y después llevada a un espacio donde había muchas otras personas. Era un sótano, una oficina de radio”, recordó ante el TOF. Luego, fue trasladada al Pozo de Banfield, conocido como “la maternidad”, y fue ésta la situación que remarcó Caracoche. “La condición era la cuestión de embarazo”, señaló. Allí, recibió atención médica el primer día, comida y le permitían ir al baño dos veces por jornada.

Volvió a La Cacha. “El tiempo de mi detención fue de un mes”, mencionó. Fue liberada el 19 de mayo.

“Me dejaron en una calle de tierra, me fui caminando pensando que me iban a matar en ese momento. El auto se fue y comencé a ubicarme. Estaba cerca de Los Hornos, donde yo había vivido hasta que desapareció Maria Eugenia. Estaba emocionalmente destrozada, con dos hijos bebés desaparecidos. Los chicos eran botín de guerra de la dictadura, eso quedó muy claro desde el comienzo“.

“Desde el 77 al 80, vivimos en la clandestinidad. Quienes iban a denunciar eran mi suegra y mi cuñada. Pasaban por los hospitales y los juzgados. En 1980, con nuestra otra hija, María Paz,de meses de vida, pasamos a Brasil porque consideramos que desde allí teníamos más posibilidades. Nos comunicamos con Acnur y Clamor, entidades que recibían a todos los exiliados y tenían un registro de todas las denuncias».

Articuló con Abuelas de Plaza de Mayo. En 1981 nació Juan Manuel, su quinto hijo, uno falleció en 1979. Ya en 1984, Oscar primero y luego ella, viajaron a la Argentina e hicieron la denuncia en la Conadep y “el recorrido de Felipe”. Logró, con ayuda de Abuelas, la restitución. “Se fue con 4 meses y volvió con 8 años”.

Hizo un llamado, en ese marco, a quienes tienen dudas, a buscar la verdad. “Aquellos que perdieron la identidad, no tengan miedo de conocer la verdadera historia“, pidió la mujer, y pasó a contar la búsqueda de María Eugenia. “Fue adoptada falsamente por un policía. Para poder volver a la familia, las Abuelas tenían que demostrar genéticamente que esa nena era nuestra y comenzamos con el juicio”. En 1985, lograron la restitución. Tenía 9 años.

“La historia de vida que conté aquí esta rescatada de la memoria. Es un testimonio que para la historia de Latinoamérica es un punto en los libros, pero para mí es toda mi vida. La memoria permitió que la Justicia condenase a 1.070 genocidas por crímenes de lesa humanidad. La verdad no es venganza, es justicia por los 30 mil desaparecidos“

Luego declaró Eduardo D’Ambra, testigo por su hermana Alicia, secuestrada el 13 de julio de 1976 en la ciudad de Buenos Aires. Militaba en el PRT-ERP. Hay indicios que permiten suponer que la joven estaba embarazada. La joven y su hijo/a que debió nacer en cautiverio permanecen desaparecidos. Testigos dicen haberla visto en Coordinación Federal, en Automotores Orletti, Proto Banco y el Pozo de Banfield.

“Estos juicios se realizan con tantos años de tardanza, que hacen que, en primer lugar, mi dos padres (Santiago Eduardo D´Ambra y Emilia Ofelia Villares) que fueron los que hicieron todos los reclamos y averiguaciones, ya no estén aquí“, lamentó el hombre, e hizo un breve repaso por la vida familiar hasta el secuestro de la joven.

“Ella es detenida en Córdoba por repartir volantes. Fuimos detenidos ese día con mi hermano Carlos. Recuperamos la libertad a la noche pero ella no, estuvo unos días más y fue trasladada a una cárcel bajo la tutela de una congregación de monjas. Estuvo recluida un año, cuando se produce una fuga de presas. Ahí perdimos el contacto por un tiempo. Ella estuvo viviendo en Buenos Aires de forma clandestina y por unas comunicaciones que tuvimos a través de unos familiares, nos dijeron que fue secuestrada”.

“Pasó a ser una desaparecida y ahí empieza toda la búsqueda por parte de mis padres. Comenzaron a hacer presentaciones de hábeas corpus, se integraron al grupo de familiares detenidos por cuestiones políticas y los datos que tuvimos, muy aislados, fueron el testimonio de Adriana Calvo de Laborde (en el Pozo de Banfield) y otros que dicen que pudo haber estado en Automotores Orletti y en algún otro”, recordó el hombre. En 1976 es secuestrado su hermano Carlos. “Fue asesinado posiblemente a fines de 1976”, dijo, en alusión al final de su hermano en La Perla.

Si bien admitió que “no hay una certeza”, se cree que pudo estar embarazada. Frente a esto, Eduardo explicó que la familia dejó sus datos genéticos en el banco por “si en algún momento se pueda comparar con algún nieto”. Recordó la canción “Honrar la vida” y mencionó que sus dos hermanos “en su corta vida, honraron la vida” y fueron desaparecidos por “una ideología”.

Luego declararon Ricardo y Gerardo D’Ambra, hermanos de Alicia. “Al momento de la desaparición, yo tenía 8 años”, mencionó éste último al dar comienzo al relato, que coincidió con el de su hermano Eduardo. Aseguró que en el cementerio de Avellaneda encontraron los restos de las personas que fueron trasladadas con ella, por lo que espera que en algún momento sean identificados los suyos.

“Fueron dos familias muy diferentes”, advirtió al ser consultado por el antes y el después de la desaparición de sus hermanos Alicia y Carlos. “Fue estigmatizante en muchos aspectos”, recordó, “en muchos trabajos no era bien vista la situación, se me trató de zurdito con una connotación negativa. Compañeros tenían conversaciones a mis espaldas respecto a que éramos una familia de guerrilleros”. Destacó “la tristeza” en el entorno, algo que “no deja de pasar”. “Uno lo sobrelleva como puede”, completó.

El encuentro pasado contó con testimonios de Fabián Muñoz, que narró el secuestro de toda su familia y la búsqueda de Silvia (una de sus hermanas embarazada) y su sobrino o sobrina que debió nacer en el Pozo de Banfield; y Ana Laura Mercader, hija de Anahí Silvia Fernández y Mario Mercader, secuestrados y asesinados. Los restos de ambos fueron identificados en 2009. “Los hijos e hijas hemos pasado nuestra vida intentando completar, completar nuestra identidad, nuestra historia, proyectos familiares, nuestras descendencias”.

La audiencia pasó a un cuarto intermedio hasta el miércoles 2 de febrero, cuando se realizará una inspección ocular en el predio de la ex Brigada de Investigaciones de Lanús.

Sobreviviente Brigada de Lanús
Miguel Etchecolatz, por zoom

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