En la Universidad de Quimes (UNQ) fue consejero superior; decano en la fundación de la casa de estudios La Matanza; docente en la Universidad Autónoma de México y máxima autoridad en las facultades de Derecho y de Filosofía y Letras de la UBA.
El abogado Mario Kestelboim falleció a los 82 años.
Ocupó cargos vinculados al Derecho, fue decano de la Facultad de la Universidad de Buenos Aires (UBA) durante el último gobierno de Juan Perón. Fue decano normalizador entre abril y septiembre de 1974.
Como integrante de la Gremial de Abogados, en la década del 70 fue defensor de presos políticos. Integró también la Agrupación de Abogados Peronistas. Por lo que fue víctima de la persecución de la Triple A y debió exiliarse desde 1976 y hasta 1984 en México.
Fue un referente de la agrupación Justicia Legítima, que agrupa a profesionales del derecho cercanos al kirchnerismo. Desde esa agrupación, cuestionó a los fiscales que en febrero de 2015 convocaron a marchar por el fiscal Alberto Nisman. “No entiendo a estos fiscales que guardaron silencio en situaciones siniestras”, señaló en referencia a la dictadura.
El ex diputado y actual consejero de la Magistratura le dedicó un mensaje en Twitter:
“Falleció Mario Kestelboim. Fuimos compañeros y amigos desde hace muchísimos años. Militamos en la Gremial y en la Agrupación de Abogados Peronistas. Fue decano de Derecho. Estuvo exiliado en México”.
Héctor Recalde
Un ex juez de Cámara Federal, así lo despidió:
“¡Tuve el honor que me designara en ese año como docente auxiliar no graduado! Hasta siempre, Mario Kestelboim. Decano de la Facultad de Derecho de la UBA. Honró la universidad popular. No sé si hubo mejor momento en la historia de la UBA”.
Carlos Rozanski
Entre los cargos que ejerció estuvo el de defensor General de la Ciudad de Buenos Aires, desde 2007 hasta 2014.
En 2011, nombró defensor general adjunto en lo Penal, Contravencional y de Faltas interino al actual juez porteño Roberto Andrés Gallardo, un puesto al que había renunciado Alejandro Slokar, que pasaba a la Cámara Federal de Casación Penal.
En 2014, fue designado representante de la Legislatura porteña en el Consejo Académico del Centro de Formación Judicial del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires.
Uno de los hijos, el economista Mariano Kestelboim, es embajador ante el Mercosur.
Mario Kestelboim, el decano rebelde (*)
Compañero Mario, había escuchado y leído mucho sobre vos.
Creo no haberte visto, o tal vez sí, en aquellas noches de los setenta en que mi vieja me llevaba a la efervescente Facultad de Derecho en la que ella estudiaba. Recuerdo ese ambiente intenso, repleto de carteles de tela y pintadas de aerosol por doquier. Humo de cigarrillo, agitación, rebelión.
Era un niño, pero esas noches jamás se borraron. Mi madre no se recibió. Tampoco mi padre, que lo había intentado.
Había escuchado y leído mucho sobre vos, cuando en 1981 volví a la misma facultad a terminar con la mala racha familiar. Pero no era la misma. Estaba muerta. Ni un papel en el piso, ni un cartel, sórdido el silencio en sus pasillos, profunda quietud en las inmensas bibliotecas.
Allí los recuerdos infantiles se mezclaron con los relatos sobrevivientes.
El “compañero Mario” emergía como un mítico personaje: el decano rebelde, odiado por la gorilada jurídica, inquisidor, tenaz, preclaro. El “hacedor” de la ansiada purga académica.
Te imaginé junto a Rodolfo Ortega Peña y a Eduardo Luis Duhalde revolviendo el estómago y las rancias mentes de “encumbrados juristas”.
Poco duró esa hermosa primavera. Rodolfo fue asesinado, Eduardo se refugió en España, vos te fuiste a México.
Pasaron muchos años. Me recibí. Vos volviste del exilio.
Te conocí en un encuentro militante en la calle Corrientes. Por primera vez vi tus ojos pícaros habitando un rostro tímido, casi vergonzoso. Disfruté de tus palabras como si las hubiera escuchado en 1973.
Volvieron a pasar años y esta vez los caminos de la vida hicieron que me honraras con ser tu mano izquierda en la Defensoría General de la Ciudad de Buenos Aires.
Fue una experiencia que recuerdo con cariño y emoción, porque no se olvida trabajar con un compañero llano, respetuoso, cabal e íntegro como vos. Fuiste en ese entonces, una vez más, el compañero Mario.
Pese a que el cuerpo empezaba a dar fastidios, allí estabas todos los días al pie del cañón. Sonriente, cascarrabias y profundamente peronista.
Hoy, casi como una mueca del destino, estando en México me avisan que te fuiste.
Sé que te pusiste la gorrita de felpa, agarraste fuerte el bastón y saludaste con la V de la victoria en alto en tu otra mano, sonriendo con la tranquilidad de los que han recorrido bien el camino.
Desde México, tu tierra de exilio, que ofrenda tan especialmente a sus muertos, te abrazo y venero querido compañero Mario Kestelboim.
* Roberto Gallardo es juez en lo Contencioso, Administrativo y Tributario de la Ciudad de Buenos Aires.

