
Por Vero Martin
Las causas son variadas, el desempleo, la pobreza, la creciente inseguridad. Las personas están apáticas, adormecidas ante el «engaño» de las promesas incumplidas de los políticos históricos y de los nuevos aspirantes. Existe un descreimiento total del votante teniendo en cuenta que las elecciones son obligatorias.
En estos momentos de pandemia, es innecesario gastar dinero que sale de las arcas del Estado cuando hay otras prioridades. Una persona entrega un volante y a los pocos metros termina ensuciando la vereda.
Por todo lo expuesto, los dirigentes deberían rever su postura ante el arte de gobernar o dirigir los destinos de los ciudadanos y no olvidarse que están ocupando una banca pagada con el dinero de los contribuyentes.
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