(CIQ) Este fin de semana, tendrá lugar en Quilmes, un encuentro de literatura política, como ya informara este medio.
Aquí se presentará Enrique Arrosagaray, el más destacado investigador sobre la historia política regional de los últimos 70 años.

Su último libro es la reedición de “Rodolfo Walsh, de dramaturgo a guerrillero”.
En esta nueva versión, hablan de él más de 35 personas que conocieron y trataron a Walsh.
Como se sabe, Walsh regresó de trabajar en la agencia Prensa Latina, en Cuba a mediados de 1961, y comenzó una etapa de relativo aislamiento en el Tigre. El libro abarca desde este momento hasta el 25 de Marzo de 1977.
Los entrevistados cuentan cómo veían a Walsh en los lugares en donde lo conocieron y lo trataron, en general en sus jornadas de trabajo y de política. Aparecen ratos de diversión y de broncas, de arte, de investigación y de pobreza.
Osvaldo Bonet lo recuerda sobresaltado en el estreno de la obra teatral La Granada, escrita por Walsh; el actor Alfonso de Grazia se reprocha no haberlo conocido más, y eso que lo tuvo tan cerca; Carlos Aznárez dibuja al periodista e investigador en plena clandestinidad, igual que Lila Pastoriza y su compañera Lucila Pagliai; Laura Bonaparte rememora comidas incomibles y riéndose, sobre todo jugando y riéndose; Patricia habla de su papá; el “Indio” Eduardo Allende sigue discutiendo fuerte con él en el Sindicato de Gráficos y el “Negro” Francisco Alonso lo ve entrevistando al “Griego” Domingo Blajaquis, a Raimundo Villaflor y a él mismo, por los incidentes en la Pizzería La Real, escenario de Quién Mató a Rosendo; Lilia Ferreyra habla sobre su compañero por diez años; Rogelio García Lupo y Horacio Verbitsky ven al amigo y al colega íntimo. Esas y muchas otras miradas y voces reconstruyen los tramos del Walsh que conocieron.
El Indio Allende, fallecido en 2002, fue uno de los más destacados guerrilleros de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), que tuvo su primer tiroteo en el bajo quilmeño contra Angel Abasto, quien fue con una patota que quiso matarlo y terminó con el sindicalista textil con un balazo en las zonas pudendas.
Éstas y muchas otras miradas y voces, reconstruyen a Walsh o mejor dicho, los tramos de Walsh que ellos conocieron.
“Es notable cuánto uno aprende cuando entrevista sobre todo acerca de hechos que los gobiernos de turno trataron de ocultar. Además, como cada entrevistado lo cuenta desde su punto de vista personal, aparecen matices, claroscuros inesperados e interesantes”.
La edición inicial, en 2006, estuvo a cargo de Editorial Catálogos. Ahora, para esta nueva versión amliada, se reunieron Editorial Cienflores y Campana de Palo. Ellos tiene su propia opinión:
“Como editores de libros políticos, siempre hemos preferido el rigor histórico a la mistificación. No es que falten ejemplos de heroicidad en las luchas contra las dictaduras que sufrimos durante casi 30 años. Pero en Rodolfo Walsh encontramos, un caso especial, porque él caminó la cultura y la política con mayúsculas: fue, además de un notable escritor, un apasionado periodista de investigación, traductor autodidacta, lector de originales y crítico literario. De la misma manera, en este libro vamos a ver cómo esa actividad se va entrelazando con una militancia revolucionaria, construida con tesón y humildad, con esa impronta que caracteriza todo lo que hizo: la coherencia y la rigurosidad. Para con él y con otros. El ejercicio de una conciencia crítica y autocrítica, muestra su coraje, no solo frente a sus enemigos, sino también en cuestionamientos frente a algunos aspectos de la política de su propia organización. Y siempre como en toda su vida, la búsqueda minuciosa de la verdad, y la sensatez como elemento. En su constante tarea de restaurar la teoría de los dos demonios, con un fuerte respaldo político y mediático, la derecha ha elegido ahora la demolición de la figura de Walsh. No es casual. Es la necesidad de acabar con el respeto unánime que cosecha Walsh, incluso en quienes tuvieron con él diferencias políticas. Por eso la aparición de este libro que lo humaniza, lo lleva de la militancia a la vida cotidiana, que muestra el proceso de transformación y profundización de su compromiso, es una piedra en el zapato para la nueva retórica de la derecha. Aún no le perdonan que en su Carta abierta los marcó a fuego: ´Lo que ustedes llaman aciertos son errores, lo que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades´».

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