
“Nuestro pueblo ya conoce a través de la muerte y desaparición de sus hijos, quiénes forman estas bandas antipopulares financiadas por las patronales”.
Estrella Roja, frente a los asesinatos de Fisher y Bufano (PO)
El año empezó con la suma del poder público para José López Rega, según oía por la radio Silvia Reta, mientras barría el galpón donde movió una pesada bolsa marinera guardada a pedido de su hermano JR; ni quiso abrirla.
–Este turro pasa de monje a aventurero; se prende en todas: sexo, chupi, marihuana… Una nueva, ahora es revolucionario.
En eso, entró su marido.
–Mirá, Ruben, quiero que saquen esto. ¡No la quiero ver más!
–Bueno, calmate. Hablás como si tuvieras a la cana encima.
Silvia siempre, siempre, fue una intuitiva.
En el allanamiento a calle Roca, de Bernal, el dinero que el editor Pedro Ferrantelli les prestara para irse del país fue robado por policías, entre los que reconoció a uno que había cursado con ella en la escuela 42.
Fue atormentada en Coordinación Federal. A Ruben, le hallaron una causa marplatense:
–¿Así que de pendejo te gustaba tirar autos por la escollera? Bueno, la causa prescribe el 24 del otro mes. Te quedás adentro.
En las visitas a la U9, Silvia conocerá a combatientes vecinos como Eduardo Troncoso, con un tic en el mentón por la tortura, y a Dalmiro Suárez, llegado de Banfield, con quien hablarán de JR.
La Naranja de Rigolleau
En Berazategui, dialogaban:
–¡Este Castillo es un traidor! ¡Va al arreglo con la empresa!
–Así llegó a secretario general. Y desde el Sindicato, impone sus hombres en las comisiones internas de todas las fábricas.
Quienes en Rigolleau despotricaban contra Maximiano Castillo, fueran socialistas democráticos, peronistas, radicales, trotskistas o independientes, formaron la Lista Naranja.
Uno de sus adherentes era Carlos Fierro (PC), de 29 años:
–Desde el Cordobazo que trabajo acá. ¡Hace dos años venimos construyendo consenso! Ya sorteamos los vericuetos legales que el Sindicato nos imponía. Ahora podemos presentarnos. ¡Hay que pelearle la comisión interna a la Celeste del oficialismo!
Entre los 2170 obreros de las 44 secciones circulaban volantes:
“Por mejoras en salubridad, salarios y participación de los trabajadores para tener delegados por sección”.
El 13 de enero…
–Compañeros, la Naranja obtuvo ¡más del 75% de los votos!
Entre aplausos, la nueva Comisión asumió con Ignacio Pérez y Carlos Vidal, más los vocales Luis Alberto Angelini, Juan Carlos Flaco Lamas, Hugo Avila; Rodolfo Fito Ozzan y Carlos Glerean.
Vidal explicaba:
–Cualquier problema se lo habla en asamblea, en fábrica y en hora de trabajo. Todos opinan hasta que se resuelva el reclamo a la patronal. Y allá tiene que ir la Comisión Interna. No al revés.
–Una CI de siete no alcanza. Lo óptimo sería un delegado por sección. Necesitamos 44 colaboradores –adelantó Nacho Pérez.
Un periodista, Oscar de la Rosa, no muy alto, se presentaba:
–Soy “Pablo Sosa”. La verdad, nunca se vio algo así acá.[1]
[1] Fue: miembro del Comité zonal de Quilmes, del Comité Provincia, y suplente del Comité Central nacional. Con 28 años, era secretario general y político del Partido Comunista Berazategui. De un poema suyo salió el cántico en los actos: Jorge Calvo, camarada, mártir del fascismo sos / Un gran partido de masas ha de ser tu vengador. Editará el periódico Pizarrón del Pueblo, de Solano.
Alfredo Valcarce Soto, de piel mate y bigotes, consultó:
–Gordo, ¿le digo algo de esto a tu hermana?
–Es tu mujer, Tito; vos sabrás. Pero cuanto menos se hable…
El gordo Angelini tocó el hombro del petiso Menéndez:
–Luis sabe. Ahora sí hay comisiones con apoyo obrero en varias fábricas, no como antes. Lo mismo en Propulsora Siderúrgica, de La Plata, con el Pato Rave, del PB, que también es de Berazategui; o el Barba Gutiérrez, que está con la M en SAIAR.
El trabajo del Barba
En la fábrica de termotanques Rheem, sobre Av. 12 de Octubre, a cien metros de Calchaquí, en Quilmes Oeste, pancartas desflecadas aludían a la inflación, suspensiones de obreros y quite de colaboración.
Dentro, tras el vidrio en la puerta de la oficina del gerente de planta, un militar colorado, sexagenario de pelo blanco, con pinta de pretendido ejecutivo yanqui, agitaba un papel.
–Mire lo que consiguieron en dos años de democracia: Pago de extras al 75% más que la hora en días de semana; 300% los feriados; francos compensatorios; premio por asistencia, régimen de categorías; multiempleo con mayor remuneración. Y ahora, la pelotudez de las calorías. ¿Qué más quieren esos negros?
Frente a él apretaba los labios otro directivo, de unos 65 años.
–El sindicalismo combativo crece y hay que atacarlos con sus armas; constituirnos las Fuerzas Armadas en grupos celulares.
Su interlocutor comentó:
–Vea, Gagey, si es por eso, un íntimo allegado del general Suárez Mason me dijo que, la que se viene, será terrible.
Sólo entonces pareció tranquilizarse el capitán de fragata ingeniero Carlos Augusto Gagey.
La posta sanitaria del ERP
En 899 entre 864-65, de Solano, ante el tejido de una casita de ladrillos pintados con cal, los uniformados dirán a la prensa:
–Inteligencia detectó y detuvo a: Floreal Canalis (de 27 años) y Roberto Sánchez (25), de Lomas; Edmundo Antonio Ferreyra Vrignaud, (23), de Wilde; Alberto Carlos Borda (26), Celia Adriana Marino, (19), Silvia María Rezzano de Raffo (29), Miguel Angel Di Martino o Absalón Alberto Sánchez (26), Alfredo Correa (25) y Gustavo José Panizza (23).
–Le fueron halladas Browning robadas a policías; pelucas y anotaciones; planeaban secuestrar a un militar. En la clínica de 12 de Octubre 1170, Quilmes, donde vivía Egidio Molinas Leiva (32), se detuvo a Obdulio Penayo Ferreira (35), Margarita Sara Cáceres (26), de Berazategui; Mario Paredes Rodríguez (34), de Chingolo; y a María Margarita Fernández de Pera Martínez (60), de Banfield, una jubilada que guardaba todo en su sótano.[2]
[2] Detenidos en enero, quedarán presos por decreto PEN S-595 el 6 de marzo.
–¿Qué hay de la posta sanitaria?
–Ahí, con la doctora Raffo y Borda, iban a llevar a Ibarzábal, el militar secuestrado.
–¿A los demás, de qué se los acusa?
–De las muertes del agente Luis Atilio Pereyra, en Peugeot; de la del oficial Cadenazzi en el intento de secuestro de funcionarios de Lever, en Avellaneda; de los raptos de John Thompson y del contraalmirante Francisco Alemán. Coparon Ferrodúctil y un tren en Solano. Además, robaban leche y pollos para distribuir entre los pobres.
Emplumado por la JP
Miguel Bonasso proponía concitar la adhesión popular con modos risueños, como emplumar a Alvaro Alsogaray y soltarlo por la peatonal Florida. En Quilmes, lo hicieron.
El 3 de febrero, tres disfrazados de policías fueron por Roque Moyano. Metieron al delegado municipal en un 504 anaranjado y le pusieron un pañuelo con cloroformo, aunque no tanto como para que perdiese la consciencia. Cortaron su ropa con hojas de afeitar; la pintaron con alquitrán y le pegaron plumas. Minutos después, lo encadenaron a un poste cerca de Cattorini, en Pasco, ante vecinos que salían y veían caer volantes Montoneros.
–Me pegaron. Querían que renunciara, que abandonemos los proyectos de extensión de cañerías de agua.
Esa tarde, en El Sol, abrían una carta de Montoneros:
“Moyano traicionó al pueblo. Se llevó los caños a su casa y la de los amigos. Mandó golpear a los vecinos; confecciona volantes falsos de nuestra organización; se alía con delincuentes y trata de intervenir la sociedad de fomento”.
–Hay que ponerlo en tapa; incluso, la última sentencia:
“Que se abstengan de ataques contra las organizaciones populares o ya no habrá bromas sino ajusticiamiento”.
No muy lejos, Lucía M. y Lucho Morello se descostillaban a carcajadas. Todavía podían.
Continuará…