
Esta vez los socios de Quilmes eligieron no suicidarse. Optaron por la lista Negra como continuadora de un camino largo y lleno de espinas para despojar al club de la millonaria deuda contraída antes de 2016. No compraron espejos de colores y se permitieron confiar en un modelo de gestión que, si bien aun no trajo resultados deportivos, permite planificar y saber con qué se cuenta y qué no para encarar el futuro. Es verdad que los de la Agrupación Negra la tuvieron muy fácil.
En cuanto José Luis Meiszner se mostró como padrino de la lista opositora, algunos grises huyeron y las voces críticas de la gestión de Christian Sterli se encolumnaron “para que no vuelva el meisznerismo”. El padrinazgo del Doctor fue una mochila de concreto para los candidatos que se animaron a subirse al tren. El Ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, incluyó un par de candidatos y también dio su bendición. Pero el problema siempre es “Meiszner”.
El deterioro de la imagen del club y, muy en especial, la gestión de Andrés, hijo de José Luis, con la deuda contraída, son una imagen que los viejos integrantes de la lista Azul y Blanca (hoy desaparecida) no se pueden despegar. Ser viejo no es un valor negativo. También, para muchos socios, los logros del Meiszner son historia; algunos no habían nacido.
Para millenials y centenials, el Centenario siempre existió (y no conocieron Guido y Sarmiento por culpa del que lo vendió), se perdieron finales, se desfinanció el deporte amateur y se construyó un club sin cuenta bancaria que se alimentó con deuda de AFA. Entre nos, Banfield, Lanús, Defensa, Estudiantes de La Plata y Arsenal lograron títulos importantes mientras Quilmes no. La gestión de la Agrupación Negra, mal que mal, paga a deudores privilegiados del Concurso mes a mes, no tuvo cheques rechazados ni paros de Utedyc.
A su vez, el periodista Sergio Fiorentino, sostuvo hace semanas en FMQ que “nunca una gestión hizo tanto por el predio como la de Christian Sterli”. Otro mérito del periodo 2019/2022 es haber atravesado la pandemia como un club social: se hicieron ollas populares para darle de comer a los vecinos y el Ejército tuvo como base de operaciones al Centenario. Un orgullo para el Quilmes A. C. Además, Sterli llegó a la presidencia con la promesa de financiarse a través de la venta de futbolistas y así lo hizo. Otra de las claves del resultado es la campaña de la agrupación Gris. Encabezar la lista con un hincha de Independiente en tiempos donde la sobreabundancia de información es moneda corriente, fue un tiro en el pie.
El carnet de Gustavo Frasquet con el escudo del CAI no cayó bien y mucho menos algunas declaraciones suyas en las radios: “Tenemos que volver a los tiempos de José Luis Meiszner” y “¿Cuál predio?” cuando en FM Sur el periodista Luciano Yaman le preguntó qué haría con Alsina y Lora, fueron lapidarios para un socio más o menos informado. Cualquier hincha de Quilmes sabe que los “el predio” es Alsina y Lora; “Cevallos” es el de hockey; “el anexo” es donde entrena el plantel profesional masculino y “Ruta 2” son esas tierras que ojalá en esta gestión se exploten para usufructo del club. Con una campaña de ese estilo, fue imposible obtener más de 722 votos.

Como contracara, el candidato del oficialismo aparece en las fotos de niño posando con el equipo. ¿Cómo un candidato a presidente de Quilmes no va a tener una foto con la camista blanca?
Mateo Magadán y los suyos la tienen jodida. Hay que vender otro futbolista para afrontar los gastos cotidianos y se vienen al menos cien días sin fútbol, con la consecuente merma de ingresos. En mayo hay que pagar la primera cuota a los acreedores quirografarios. Claro que la Copa Argentina podría traer alivio. A Quilmes suelen pasar cosas insólitas; y ojalá la próxima sea para bien. A su favor, la nueva directiva tiene la experiencia contraída, en especial en este año, que fue cuando más se equivocó en lo futbolístico. Si no hacen delirios y se mantienen equilibrados, Quilmes tendrá un futuro promisorio. Caso contrario, el meisznerismo está agazapado para volver.
