DE QUILMES, A LOS OSCAR

Por Alberto Moya y Ana Santillana

Hoy se conocerá el veredicto de la academia de Hollywood respecto de cuál les parece la mejor película extranjera del año, donde compite Argentina, 1985.

Hace una semana, en Bernal, la película fue proyectada al aire libre en el parque del Centro Cultural Leonardo Favio.

Los preparativos en el Favio

El Centro Favio hace honor al enorme actor y director del cine contemporáneo, y forma en sus aulas a futuros hacedores de artes visuales cinéticas. A la par, convoca a los vecinos para disfrutar de la antigua modalidad del cine de barrio, a tal punto que se acercan con sus asientos o lonas, que también son facilitadas por la casa de formación.

Una gran pantalla, con mucha concurrencia

Arman mateadas a la luz de la luna y de la pantalla gigante, desde donde brotan emociones compartidas. Fue una verdadera común-unión vecinal el día que Argentina, 1985 brilló en el parque, aunando emociones, imposibilitados de no remitirse a recuerdos de los años que el film evoca.

Uno de sus actores es el quilmeño Gabriel Fernández, quien interpretó a Bruzzo, el jefe del fiscal Julio Strassera. Tal participación fue reconocida por el Concejo Deliberante local (foto con Fabio Baez, presidente del HCD).

La película también tiene menciones al Pozo de Quilmes y a los testimonios de personas secuestradas que pasaron por aquí, aunque el testimonio más importante es el que abrió la lista de víctimas, el de Adriana Calvo de Laborde, obligada a parir en el piso de un Falcon y a limpiar con su placenta, la cocina del centro clandestino adonde fue llevada, en Banfield.

La revisión de aquella gesta le hace bien a la sociedad, con independencia de cuántos años pasen, porque la resistencia a aquel genocidio fue la base sobre la que se construyó la democracia que este año cumple cuatro décadas.

Pablo Llonto/ Walsh

El año pasado, el abogado Pablo Llonto, que actúa en juicios de lesa humanidad, dijo en la Casa Walsh, de Quilmes Oeste, que le parecía bien que el film ganase el Oscar, porque facilitaba poner otra vez en el debate público la discusión acerca de la importancia de juzgar a los represores.

Este tema ya fue premiado en Hollywood con La Historia Oficial, contemporánea de los Juicios, aunque versa sobre el secuestro de criaturas. La competencia debe valorar también Sin Novedad en el Frente, acerca de la Gran Guerra en Europa, donde Alemania perdió y cuyo resentimiento sirvió de base para las propuestas vengativas de Hitler. Sería lógico que ese film, en tiempos de guerra Ucrania-Rusia, sea premiado. No importaría. El mensaje argentino llegó a las más altas audiencias y tuvo un récord de público en Argentina, gracias a la difusión en redes y centros culturales, que incluyó un ciclo especial en el espacio INCAA del Teatro Municipal durante varias jornadas:

Todas esas proyecciones constituyeron una oportunidad para el encuentro vecinal y para los debates de sobremesas. No faltaron las lágrimas, ni las discusiones. Más allá de las conclusiones de cada quien, lo destacable es que el Estado haya hecho su aporte, tanto desde el nivel nacional con su financiación a la cultura, como el aporte municipal a la propagación de estos temas.

Una obra de arte muy bien actuada, con destacable fotografía y un guion que incluyó todo lo que había que decir, viene bien para difundir cuestiones complejas. Siempre mejor que un documental, sea bienvenida la obra para seguir sembrando en las conciencias de nuestra veleidosa clase media tan proclive a recurrentes olvidos.

Ya están las estampitas para una esperanza

4 Respuestas a “DE QUILMES, A LOS OSCAR”

  1. La película tiene muchas críticas, eso es bueno porque no pasa desapercibida.
    Ojalá el jurado la valore como pieza histórica.

  2. Estoy viendo la transmisión junto con esta nota. Esta todo vayado, a cuatro cuadras a la redonda, mucha seguridad. No pueden mostrar imágenes todavía. Se sabe que la alfombra por primera vez no es roja, jaaa.

  3. “Nada hay tan real como este proceso. La gravedad con que los seis camaristas asumen su papel, el ardor de algunos defensores, la inteligencia del fiscal, la emoción y la memoria de los testigos, el silencio de un público sobrecogido por la hondura de la situación, conforman el acto más doloroso y saludable que este país, inclinado a la trivialidad y la fantasía, ha sido capaz de generar como supremo intento de basar una nueva fundación sobre suelo más firme no corroído por los detritus de la impunidad. Es un susurro de dignidad”.

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